Decano de Medicina de la UCV: La única posibilidad de reconstruir el país es que todos los sectores nos juntemos en torno a un propósito superior

El Dr. Mario Patiño Torres destacó su compromiso personal por la defensa de la institucionalidad tras afirmar que «no quisiera pasar a la historia» como parte de la generación que «entregue» la Universidad Central de Venezuela. Fotografía: Luis Silvera / Guacamaya.

Guacamaya, 2 de noviembre de 2025. El Dr. Mario Patiño Torres es una de las figuras académicas más destacadas en el ámbito médico venezolano. Es el actual decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela (UCV), institución referente en la formación de profesionales de la salud. El Dr. prefiere siempre ser mencionado con sus dos apellidos, en reconocimiento de sus raíces y valores familiares que le acompañan en su vida profesional y académica.

Él ha tenido una destacada trayectoria que refleja un compromiso profundo con la academia y la salud pública. En el pasado llegó a convertirse en presidente de la Sociedad Venezolana de Medicina Interna, rama de la cual es especialista. Es además doctor en Educación por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), y, desde luego, profesor titular en la Facultad de Medicina de la UCV.

En medio del contexto de la reciente canonización del Dr. José Gregorio Hernández, médico venezolano, también ucevista y símbolo de fe, ciencia y solidaridad, el despacho del Dr. Patiño Torres refleja esa misma tradición histórica y espiritual. En su oficina destaca un cuadro donado hace más de un siglo por la Academia Nacional de Medicina, obra que representa al «Médico de los Pobres».

A su vez, reposa un retrato de José María Vargas, mientras se espera el retorno de una réplica del retrato ecuestre del Libertador Simón Bolívar, actualmente en restauración. A propósito, el Dr. Patiño Torres recuerda que Bolívar, en su último viaje a Venezuela, en 1927, fundó la Facultad de Medicina —entonces denominada Facultad Médica de Caracas— junto con Vargas, para entonces nombrado primer rector de la UCV.

Este patrimonio visual refleja la relevancia de tan emblemáticos personajes que marcaron la historia de la medicina y la educación en Venezuela. La Facultad de Medicina tiene sus antecedentes en la histórica Cátedra Prima de Medicina, creada en 1763, que sentó las bases para la formación médica en el país y cuya tradición continúa hoy con el compromiso del Dr. Patiño Torres y su equipo.

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La Universidad siempre ha sido un proyecto de vida y la Medicina, obviamente, es mi pasión, la Medicina y la Docencia.

¿Cómo nació su vocación por la medicina?

Esas cosas que llaman vocación a veces uno le cuesta ponerlo en términos objetivos. Realmente, desde muy niño, siempre le dije a mis padres que yo quería ser médico. No me preguntes por qué o de dónde porque yo nazco en un pueblito del estado Bolívar, que es Upata. Mis padres eran técnicos, ninguno tenía vínculo con la Medicina.

Yo me formé con los jesuitas en Puerto Ordaz, en el Colegio Loyola Gumilla. Yo reconozco que mucha de nuestra sensibilidad social tiene esa formación con los jesuitas. Incluso, dentro de mis posibilidades vocacionales estuvo el sacerdocio. Finalmente, me decanté por la Medicina, que era lo que desde muy niño, me había planteado. Y no solamente por la Medicina, sino por la Medicina en la Universidad Central de Venezuela.

Desde muy chiquito yo decía «Yo quiero ser ucevista» y eso me trajo a hacer mis estudios de pregrado la Universidad Central de Venezuela. En aquella época había un ciclo básico para ingresar a Medicina. Teníamos que pasar un año en ese ciclo básico en lo que es actualmente la Escuela de Enfermería que está en Sebucán. Era un filtro realmente. Ahí se quedó mucha gente que no logró superarlo.

Y creo que de ahí en adelante, no solamente la profesión de médico, sino la vocación o la devoción por la Universidad Central (de Venezuela) se consolidó. La Universidad siempre ha sido un proyecto de vida y la Medicina, obviamente, es mi pasión, la Medicina y la Docencia. Fíjate que el doctorado que yo hago es en Educación porque sentía que no tenía los suficientes herramientas para darle más rigor a mi ejercicio como docente en la Universidad.

La Facultad de Medicina sigue formando unos 1.200 profesionales en la Salud todos los años: 600 en pregrado y unos 600 especialistas a nivel de posgrado y eso no ha cambiado en el tiempo. 

Sobre esta responsabilidad que nos menciona qué lo llevó finalmente a convertirse en decano, ¿cuáles cree que son las principales dificultades que atraviesa actualmente la Facultad?

La Facultad aislada no. Es toda la Universidad, no solamente la Universidad Central de Venezuela, sino la universidad pública y autónoma, que ha estado sometida a un colapso inducido en los últimos 20 años, y un presupuesto reconducido desde hace más de 10 años que nos pone en una condición casi de supervivencia.

Sin embargo, esta Universidad sigue siendo la primera universidad del país y una de las primeras 35 de América Latina. Eso sin presupuesto. ¿Tú te imaginas lo que haríamos en la Universidad Central si nos dieran el presupuesto que por obligación constitucional le corresponde al Estado darnos?

Ahora, muchos se preguntan cómo sigue funcionando la Facultad de la Universidad en esas condiciones. Bueno, la respuesta es que con un costo humano muy alto. Nosotros tenemos una planta profesoral, además de mermada en número, muy precarizada en condiciones laborales y condiciones de vida y, sin embargo, seguimos cumpliendo con nuestras responsabilidades.

La Facultad de Medicina sigue formando unos 1.200 profesionales en la Salud todos los años: 600 en pregrado y unos 600 especialistas a nivel de posgrado y eso no ha cambiado en el tiempo. Obviamente digo que con un sacrificio y un costo que hay que reconocerle no solamente al profesorado, sino al empleado administrativo y obrero porque sin esa comunidad universitaria, pues la Universidad no funcionaría.

Alguna vez en la mañana te levantas y te preguntas si realmente tiene sentido seguir. Pues la respuesta es sí, porque la Universidad lo merece, la Facultad lo merece, esto es un legado que hay que cuidar. Yo siempre comento, yo no quisiera pasar a la historia como parte de la generación que entregó la Universidad Central de Venezuela a pesar de las adversidades.

Un profesorado que está en esas condiciones, si reciben 100 estudiantes al año, tú le dices que le vas a ingresar 200 estudiantes, desde el día uno me dicen «Aquí tienes mi carta de renuncia» y cerramos las escuelas de Medicina. 

Como parte de esas dificultades que usted menciona, desde la coyuntura la pandemia de COVID-19 se ha reportado el retraso por hasta un año en el inicio de las actividades de los nuevos ingresos. ¿Se ha hecho algún correctivo al respecto? En caso, contrario ¿qué se ha planteado para solucionar este problema?

Aprovecho para decir que la Facultad de Medicina no es una facultad de formación de médicos solamente, es una facultad de Ciencias de la Salud. La Facultad de Medicina tiene seis escuelas: Además de las dos Escuelas de Medicina, «José María Vargas» y «Luis Razetti», tiene su Escuelas de Bioanálisis, Nutrición, Enfermería y Salud Pública.

En el caso concreto de las dos Escuelas de Medicina, al no haber egresados en el año 2021, producto de la pandemia de la COVID-19, eso hizo que se acumularan dos cohortes para el ingreso. De esta manera, este año están ingresando a las escuelas de Medicina los estudiantes de la cohorte 2023.

Nosotros tenemos ya cumplidos dos años de gestión. Desde el día uno, nosotros identificamos que ahí hay un problema importante que resolver. Y ahí nos ubicamos otra vez en el contexto de las limitaciones que, no solamente son del ámbito administrativo.

El tema salarial es un tema académico. No tienes profesores dignamente remunerados, y están en una situación de precariedad, con muchísimos problemas de salud, sin un sistema de asistencia social mínimo.

Un profesorado que está en esas condiciones, si reciben 100 estudiantes al año, tú le dices que le vas a ingresar 200 estudiantes, -que no son 200, pues dos cohortes acumuladas suman 614 estudiantes- desde el día uno me dicen «Aquí tienes mi carta de renuncia» y cerramos las Escuelas de Medicina. 

¿Por dónde pasa la solución? Por disponibilidad de recursos, en principio para remunerar mejor a esos profesores, necesariamente para atender a 614 estudiantes con el número de profesores que tenemos, y mejorar la dotación de recursos pedagógicos. Si tú no creas las condiciones y obligan, o nos obligasen, -por supuesto, no lo van a hacer- a ingresar 600 estudiantes, tú rápidamente identificas que la calidad de formación estará totalmente comprometida.

Desde muy temprano en esta gestión se elaboró un proyecto con muchísimo rigor desde la Coordinación Académica y la Coordinación Administrativa para, como propuesta,  juntar los dos elementos necesarios para la solución: 1) A nosotros nos dan los recursos mañana nosotros, y 2) de inmediato tenemos toda la disposición para atender este problema.

Ese proyecto se le presentó en su momento a la ministra de Educación Universitaria, la profesora (Sandra) Oblitas, y a los sucesores, en el caso actual, al profesor Ricardo Sánchez, en múltiples oportunidades, por diferentes vías, y hasta ahora no ha habido respuesta.

Uno entiende que la situación país probablemente limita la disponibilidad de recursos y que hay prioridades, pero es importante que a través de este medio la comunidad nacional sepa que esto no es una negativa de las autoridades de la Facultad de Medicina. Esta es una situación que nos agobia, que quisiéramos atender con la mejor prontitud, que reconocemos o solidarizamos con estos jóvenes y sus familias que están en esta situación de esperar hasta dos años.


El decano revindicó la particularidad de la formación médica en Venezuela a partir de sus referentes históricos. Fotografía: Luis Silvera / Guacamaya.

La impronta de José Gregorio en nuestra Universidad y en la educación médica nacional ha estado desde hace décadas. Ese legado no nace ahorita con la canonización.

Recientemente, el Dr. José Gregorio Hernández fue canonizado, convirtiéndose así en primer santo venezolano. Como sabemos, es egresado de esta Facultad. ¿Qué representa este hecho para sus estudiantes, en especial en la formación de los más jovenes?

Yo creo que la canonización, ese hecho tan significativo del cual nos llenamos de júbilo, lo que hace es universalizar la figura de José Gregorio Hernández, porque él es un referente para la formación del médico venezolano desde hace más de un siglo. Él muere en 1919 y, desde entonces, su figura y su legado no solo es visto desde el punto de vista espiritual, sino también académico.

José Gregorio fue estudiante de esta Universidad, se graduó en esta Facultad, ejerció la docencia 28 años, fue un investigador insigne, revolucionó la investigación tanto básica como aplicada y generó conocimientos importantísimos. Entre ellos, por ejemplo, hizo investigaciones importantes sobre la cardiopatía isquémica vinculada con el parásito de la malaria.

Pudiéramos nombrar que el primer laboratorio de fisiología experimental y microbiología lo fundó el Dr. José Gregorio Hernández en una estructura anexa al Hospital Vargas y fue el primer laboratorio de microbiología de América Latina. Él cambió la práctica pedagógica, es un transformador de la educación médica, además de su servicio como médico. 

Entonces, esa impronta está ahí. Ahorita, además con esta condición reciente de canonización, fue proclamado (por la Arquidiócesis de Caracas) como el «Patrón de los médicos venezolanos», condición que no se le había dado. Pero insisto, la impronta de José Gregorio en nuestra Universidad y en la educación médica nacional ha estado desde hace décadas. Ese legado no nace ahorita con la canonización.

José Gregorio es parte de la cultura universitaria y la formación de los médicos en nuestra Universidad, en nuestra Facultad, y yo estoy convencido que en todas las facultades de Medicina del país porque, el médico venezolano tiene rasgos diferenciales y eso no es casual. Hay elementos como lo de estos personajes de la historia de la educación medica nacional que le dan una condecoración distinta.

Se nos han ido 40.000 formados en nuestras facultades de Medicina que están ubicadas en las universidades públicas y autónomas, y un par de universidades experimentales.

Justamente, sobre ese tema de la vocación del médico venezolano, en relación al éxodo, hay muchas personas que egresan de alguna Universidad y tienen que ejercer su profesión afuera. ¿Esa vocación humanista que usted refiere considera que es reconocida por igual en el extranjero?

Yo pienso que sí, no tengo ninguna duda. Ese rasgo diferencial de nuestros médicos está ahí. Nosotros estamos montados sobre hombros de gigantes y uno de ellos es el Dr. José Gregorio Hernández, que hace que nuestra formación tenga esas particularidades.

El humanismo médico es algo consustanciado con la formación, a pesar de que a veces el modelo pedagógico resulta algo biologicista, o muy biologicista. Sin embargo, siempre está ahí y hace que nuestros médicos tengan esa particularidad. Y no lo decimos nosotros, lo dicen los que disfrutan de ese servicio en en otras latitudes producto de esa diáspora.

Se nos han ido 40.000 formados en nuestras facultades de Medicina que están ubicadas en las universidades públicas y autónomas, y un par de universidades experimentales. Es algo que uno resiente, pero nadie le puede quitar la posibilidad a un joven de buscar mejores posibilidades de vida en otras latitudes.

Yo siempre lo digo, (para otro país) es el mejor negocio del mundo. Un país forma un recurso humano de altísima calidad y otro país lo disfruta sin haber gastado un centavo. Eso es realmente doloroso para Venezuela como país. Imagínate lo que cuesta fomar un médico son muchísimos años y cuesta desde el punto de vista económico, y otro país pues disfruta ese producto sin haber invertido. No es justo.

Nos queda a nosotros recomponer el ambiente a lo interno del país y eso implica pues superar una cantidad de vicios y mecanismos que se han incrustado estructuralmente en nuestra sociedad en las últimas décadas. Tenemos que seguir trabajando en el caso nuestro desde este espacio para ver si logramos terminar de construir esa gran nación que todos queremos y además merecemos.

Aquí no hay posibilidad ya de seguir en este plano de la confrontación porque ya vimos las consecuencias: un país realmente desestructurado con una pérdida de valores sustantiva que nos tiene en una condición de muchísimas limitaciones. La única posibilidad de reconstruirlo es que todos los sectores nos juntemos en torno al propósito superior que es el bienestar de nuestra población.


El Dr. Mario Patiño Torres reafirma la persistencia de la crisis, aunque destaca el esfuerzo de los profesionales que aún ejercen las distintas profesiones de la salud en el país. Fotografía: Luis Silvera / Guacamaya.

Nosotros seguimos formando 1200 profesionales de la salud que egresan todos los años de esta Facultad, a pesar de la escasez de recursos, un presupuesto reconducido y de unas condiciones de laborales con muchísima precariedad.

¿Cuáles considera que son los principales retos para garantizar el derecho a la salud en Venezuela hoy, especialmente ante la escasez de insumos y la denuncia de una «privatización encubierta» de los servicios médicos?

Nosotros tenemos una declaración de crisis humanitaria compleja desde el año 2017 que no se ha llegado a superar. Eso nos pone (a los profesionales de la Salud) en la obligación de seguir haciendo lo mejor posible a pesar de las limitaciones. Nosotros nos desempeñamos en hospitales con una limitación de recursos importantes. 

Sin embargo, yo se lo digo a mis estudiantes, lo peor que le puede pasar a ese paciente, que no tiene alternativa que no sea acudir a una institución pública, es quedarse sin médico. De manera que, aprovecho la oportunidad para reivindicar a los médicos, porque si bien están yendo 40.000, en el país hay muchos jóvenes y otros no tan jóvenes que siguen haciendo lo mejor posible.

Yo ando buscando aliados desde el punto de vista comunicacional para que nos permitan hacer un reconocimiento a los jóvenes, a los nuevos, e insisto, no tan jóvenes, médicos y todos los profesionales de salud, enfermeros, nutricionistas, y bioanalistas, que siguen haciendo su vida en el país, porque sin ellos, el grueso de la población estaría en peores condiciones de las que están actualmente.

Entonces, el reto para nosotros como formadores del recurso humano es seguir haciendo lo que estamos haciendo. Insisto, nosotros seguimos formando 1200 profesionales de la salud que egresan todos los años de esta Facultad, a pesar de la escasez de recursos, un presupuesto reconducido y de unas condiciones de laborales con muchísima precariedad, pero es lo que podemos hacer.

Y tratar, de alguna manera, de modelar. Es decir, ser ejemplos, modelos de actuación, para que esos jóvenes pues vean alguna posibilidad de ejercer su profesión en nuestro país y no necesariamente vean como única alternativa el irse a ejercer la profesión en otras en otras latitudes.

Hay facultades donde el 95 % de los estudiantes desertan en el primer año porque no son capaces de cumplir con las criterios de calidad que tiene la educación universitaria.

El Gobierno lanzó en 2022, el llamado «Plan Especial para reparar y reimpulsar el Sistema Público Nacional de Salud», que prometía, entre varias cosas, la recuperación de infraestructuras y el fortalecimiento de los centros de salud. ¿Cuál es su evaluación transcurridos tres años de este lanzamiento, y qué barreras ha enfrentado la ejecución de este plan?

Fíjate, sí, y ese es el deber ser, eso no tiene que ser una promesa, eso tiene que ser una obligación del Estado. Nosotros debemos tener un sistema de salud digno donde todos los venezolanos tengan un acceso para una medicina sin exclusión. No puede ser que los sectores más desfavorecidos, estén sometidos a una medicina de mala calidad. Eso no es justo.

Sí ha habido un progreso, podemos verlo en el Hospital Universitario de Caracas. En el Hospital hay un ejemplo de cómo si se ha ido no solamente restaurando la estructura, sino que hay una dotación de equipos y además unas autoridades hospitalarias comprometidas con ese propósito.

Además la Universidad tiene presencia formal en la dirección del Hospital Universitario. El rector y el decano de la Facultad forman parte del Consejo Directivo. Eso es un ejemplo de trabajo colaborativo, aunque obviamente eso requiere recursos.

Obviamente, en este momento con una economía muy comprometida por las razones que cualquiera quiera argumentar, uno entiende que los recursos pues escasean y que eso hace que que ese plan que se planteó en el 2022,  no haya avanzado a la velocidad que uno quisiera, pues, que bueno, todo pasa por dinero. Si no hay dinero, pues no hay posibilidad de materializar en lo que se quiera hacer.

Si hay voluntad, si nos juntamos en torno a propósitos superiores que tengan como finalidad realmente dignificar a nuestra población y servirle a la población más allá de las posturas particulares o grupales o políticas, pues eso es lo que nos va a permitir realmente recuperar no solamente la sanidad, sino la educación que también está muy limitada.

Sobre los estudiantes que nos están llegando a la Universidad, nos preocupa el nivel de formación que traen. Eso hace que la prosecución en la Universidad está muy comprometida. Hay facultades donde el 95 % de los estudiantes desertan en el primer año porque no son capaces de cumplir con las criterios de calidad que tiene la educación universitaria.

Yo creo que el país hay que verlo en este momento, si nos dejaran o dieran la posibilidad como una gran oportunidad porque el país hay que recrear todas las estructuras, no solamente la infraestructura, sino las instituciones y las funciones fundamentales de un Estado que es sanidad, educación y seguridad. Ahí hay mucho trabajo por hacer y yo tengo muchísima esperanza en las nuevas generaciones.

Muchos egresados de Medicina Integral Comunitaria ahora quieren hacer especialidades y eso no era el propósito del programa.

En el área de la formación académica, específicamente en el área de la Salud, la Universidad de las Ciencias de la Salud, creada por el Gobierno hace más una década, también surgió como una iniciativa para formar a personal médico y fortalecer este sistema público. ¿Cómo evalúa usted el papel que está desempeñando esta universidad en la formación de profesionales para abordar esta crisis y cuáles son los principales desafíos que enfrenta?

El Programa Nacional de Formación de Medicina Integral Comunitaria nace en el año 2005. La primera cohorte egresa en el año 2011, con unos 8.600 médicos integrales comunitarios, y tuvo como objetivo un propósito loable, que fue la disposición de médicos para la atención primaria de salud. Es ese médico general que tiene capacidad resolver los grandes problemas comunes de salud.

Sin embargo, tengo la certeza que el tiempo esto se distorsionó. Muchos egresados de Medicina Integral Comunitaria ahora quieren hacer especialidades y eso no era el propósito del programa. El Programa se complementaba con un posgrado que era era el de Medicina General Integral, que es el equivalente al médico de familia en otros países. Ese proyecto que era loable, ahora se distorsionó.

Lo que nosotros hemos procurado, desde hace muchos años, es tratar, de alguna manera, de armonizar la formación de recursos humanos del sector salud del país. Nosotros (la Facultad de Medicina de la UCV) tenemos una historia de 263 años formando profesionales de la salud. ¿Por qué es no considerar esa experiencia y ponerla a servicio?

Cuando yo hablo de armonizar, no estoy hablando de unificar, sino crear referentes que nos permitan a todas las universidades, incluida la Universidad de Ciencias de la Salud, tener parámetros o referentes compartidos en la formación del recurso humano. ¿Por qué vamos a tener un programa tan disímil que además no cumple el propósito para el cual fue creado, en lugar de crear un espacio de encuentro?

En el pasado existió ese espacio que se llamó la Asociación Venezolana de Escuelas y Facultades de Medicina (Avefam). Se inactivó más o menos en el año 2015 por falta de recursos. Ahí se juntaban los decanos de todas las facultades de medicina del país. Con esta nueva Universidad (la de Ciencias de la Salud), pudiéramos generar políticas públicas nacionales de formación del profesional.

Eso es una propuesta que se ha hecho hecho múltiples oportunidades, refundar o reactivar Avefam un espacio para generar políticas públicas para esta Universidad naciente tiene debilidades en su desempeño, por razones obvias, porque es muy joven. ¿Por qué no poner este acervo de 250 años al servicio? Todavía estamos en esa etapa en la que no podemos o no nos quieren sentados en la misma mesa.

Entiendo que la Universidad de Ciencias de la Salud tiene recursos pedagógicos, salas de simulación, que no tenemos en la Universidad Central de Venezuela. ¿Por qué no podemos intercambiar esos recursos? Nosotros le damos un asesoramiento desde el punto de vista de políticas de teorías educativas y a cambio aprovechamos esos espacios. Yo no veo otra manera de hacer país que no sea juntarnos.


El decano de la Facultad de Medicina de la UCV hizo un llamado a la acción y criticó la desarticulación actual. Propuso refundar la Asociación Venezolana de Facultades y Escuelas de Medicina (Avefam) como una solución. Fotografía: Luis Silvera / Guacamaya.

Ya que menciona la necesidad de desarrollar políticas públicas, si estuviera usted en la posición de resolver problemas asociados a la situación actual de la salud en el país, ¿cuáles serían las prioridades? ¿Por dónde empezaría?

La prioridad uno es crear espacios para el encuentro. Nosotros podríamos elaborar en la Facultad de Medicina de la UCV, proyectos para atender el tema tanto de formación como de asistencia sanitaria. Ahora, si eso no tiene espacio para su ejecución, lo primero que tenemos que hacer es atender la convocatoria a crear el espacio que nos permita pensar en el país que queremos.

En cuanto a políticas concretas en el campo educativo, pues aquí hay experiencias de una proceso de transformación curricular de la Facultad de Medicina que tienen más de 20 años. Yo cuando regreso de hacer mi doctorado, eso ha sido mi espacio de trabajo. Esta es una Universidad de 300 años, que ha hecho cosas muy buenas, pero que hay que adecuarlas a los tiempos.

En el tema de la asistencia de la prestación del servicio de salud, pues es mucho más complejo, probablemente no es estrictamente mi área profesional de experticia, pero bueno, para eso hay gente formada. Aquí en la Facultad muchos de los que forman parte del equipo de gestión tienen formación en el área de la gestión de salud.

Pudiera nombrar una cantidad de talento que estaría ya disponible para armonizar lo que son las políticas de formación de recurso humano y una política de asistencia sanitaria que realmente rinda beneficio de una prestación de salud digna y de calidad sin discriminación. Que todos los venezolanos tengan derecho a un servicio de salud que realmente esté atendido por médicos y profesionales competentes y además que tengan los recursos suficientes.

Ese modelo de universidad pública, dependiente del erario público, que además no nos da nada, es un modelo acabado.

La salud en Venezuela, ¿debería ser publica o privada?

Yo admiro países con sistemas públicos de salud sólidos, por ejemplo, el sistema público de salud español. Tiene un sistema público de salud digno, que tiene incluso mejores recursos que el sistema privado. Los impuestos que pagan los ciudadanos se revierten en eso, en unos hospitales con la dotación y el personal adecuado

El socialismo no es este imaginario que nos han hecho creer. El socialismo es un sistema de justicia social donde esos tres sectores, salud, educación y seguridad, tengan cubierto el total de la población. Yo creo en el principio de libre albedrío, mi capacidad de desarrollarme mejor que otro, pero que haya un mínimo que brinde posibilidades al ciudadano común.

Ese modelo de universidad pública, dependiente del erario público, que además no nos da nada, es un modelo acabado. Las autoridades universitarias, tenemos que necesariamente buscar un modelo de gestión que garantice que, además del presupuesto que el Estado por obligación inconstitucional debe asignar, tenga la posibilidad de un auto financiamiento.

Estamos tratando de montar un modelo de gestión que nos permita también realmente un relacionamiento entre instituciones clínicas públicas y privadas, y alcanzar esa ilusión que tuvo el Libertador cuando nos donó todos esos terrenos para que la Universidad tuviera esa autonomía financiera que nunca hemos tenido.

Aquí en ese aspecto no hablamos de fines de lucro, sino de que realmente la Universidad pueda seguir funcionando independientemente de un presupuesto fiscal ordinario que ya sabemos de qué se trata en este momento, pero yo lo comento con alguna frecuencia: Aún cuando nos den el 100 % del presupuesto solicitado, esto (la Universidad) es una estructura tan compleja que no sería suficiente.

Ante la situación actual, en las que usted nos ha descrito debilidades, oportunidades, fortalezas y amenazas. ¿cómo visualiza usted la medicina venezolana en los próximos 10 o 20 años?

Yo creo que si uno se mantiene fiel a esa virtud de la perseverancia, de creer que siempre hay oportunidades de mejora y además, que sigamos haciendo lo que estamos haciendo que es, en el caso de la Facultad de Medicina, generar conocimientos y formar un recurso humano de calidad, nosotros tenemos posibilidades realmente de avanzar hacia ese país que yo desde niño he soñado, 

Hay debilidades y ahí las hemos conversado durante estos minutos, hay vicios, hay anacronismos, incluso dentro de la Universidad que no tiene nada de ver nada que ver con el exterior. Esto es una Universidad que si tiene bien tiene todas las virtudes y los valores que tiene, pues hay que reconocer que hay vicios y nosotros estamos en una estructura en donde hay muchísima corrupción.

Nosotros tenemos tres premisas en esta gestión: 1) hacer una gestión eficiente con los pocos recursos, 2) una gestión transparente de manera que donde tengamos la oportunidad de mostrar un manejo irregular, que no vamos a tener ningún problema de hacer la denuncia correspondiente y promover las sanciones que haya que promover y, 3) es un trabajo colaborativo.

Yo tengo la fortuna después de dos años de decir con orgullo que aquí se ha integrado un auténtico equipo de trabajo con gente con muchísimo compromiso, con propósitos compartidos y además propósitos superiores que lo que queremos al final, es cuando nos toque entregar la gestión en julio del año próximo, pues entreguemos una Facultad de Medicina mucho mejor que la que recibimos.


El decano de la Facultad de Medicina de la UCV asegura que su gestión, durante los dos primeros años, se ha basado en eficiencia, transparencia y trabajo colaborativo para entregar una facultad mejor. Fotografía: Luis Silvera / Guacamaya.

Somos la primera universidad de Venezuela, y la número 35 de América Latina, no es casualidad.

Más allá de la formación académica, ¿qué rol jugaría la UCV justamente en esta reconstrucción que usted visualiza en los próximos años?

La generación de conocimiento. Que somos la primera de Venezuela, y la 35 de América Latina, no es casualidad. Eso no es un número que se pone, eso es porque a pesar de los pocos recursos, aquí se sigue generando conocimiento y eso es una labor fundamental de la universidad en el mundo. Es lo que nos permite avanzar en el tiempo en todos los aspectos, tanto en lo científico como en lo tecnológico.

Creo que hay algo que hay reivindicar. La extensión universitaria, que es ese relacionamiento con la sociedad en su conjunto, también es un aspecto que desde la Facultad hemos hecho un esfuerzo consciente realmente para consolidar y garantizar que nuestros estudiantes de pre y posgrado se inserten en en proyectos que tengan vínculos de eh servicio para la sociedad.

A pesar del programa de Medicina Integral Comunitaria que tiene ya como unos 50.000 médicos formados, nosotros todavía no alcanzamos los estándares de la OMS en cuanto al número de médicos necesarios para atender a la población. O sea, nosotros tenemos que seguir formando recursos humanos, pero unrecurso humano realmente que nosotros le garanticemos a la sociedad que está bien formado.

Si tú no tienes un docente formado en esas nuevas tecnologías, pues ¿cómo formas al estudiante si el docente no sabe de qué se trata?

Sobre esa necesidad de innovacion, ¿cómo se ha manejado la Universidad y en especial la Facultad de Medicina, ante las innovaciones tecnológicas de los últimos años, como la Inteligencia Artificial y otras tecnologías, justamente para el desarrollo de la formación académica y el ejercicio de la profesión de la Medicina?

Nosotros estamos desde el año 2010 inmersos en en la Cuarta Revolución Industrial, que nos pone, en el área de la salud, en lo que se llama la «Salud 4.0». Esto es una revolución que empezó el año 2000, esta última y estamos en 2025. En apenas 15 años esto es vertiginoso. En 15 años esto ha evolucionado a un a un ritmo que no tiene no tiene de precedente.

No es solamente Inteligencia Artificial, eso es un ecosistema de tecnología totalmente funcional, es interconectada a la Big Data, el internet en la nube, el Internet de las Cosas (IoT), los sistemas ciberfísicos, el blockchain. Probablemente, lo que más nos ocupa ahorita es el tema de la Inteligencia Artificial, pero que no es solamente ella. Nosotros tenemos la obligación de incorporar todas esas tecnologías en el currículum tanto de pre como de postgrado.

En el caso particular de Inteligencia Artificial, todavía estamos en una etapa muy incipiente su incorporación rigurosa de la educación médica, y pues ahí estamos tratando de hacerlo con la mayor responsabilidad posible, insisto con muy pocos recursos, que eso es una de las debilidades o limitaciones, pero no es ninguna excusa para que no lo hagamos.

De manera que, en esta primera etapa en la cual estamos, la formación docente en ese aspecto es fundamental. O sea, si tú no tienes un docente formado en esas nuevas tecnologías, pues ¿cómo formas al estudiante si el docente no sabe de qué se trata? Entonces, la insistencia en esta primera etapa es que nuestros profesores realmente adquieran las capacidades necesarias para que luego sean transferibles.

El otro aspecto es el tema de control de de calidad de los de las recomendaciones que genera la Inteligencia Artificial. Uno de los desafíos más importantes es el tema que ver con el sesgo algorítmico. Tú sabes que la Inteligencia Artificial se nutre con los datos que que se aportan. Ahora, la pregunta, ¿cuántos datos está aportando países mediano o bajo ingreso como el nuestro?

Los países de altos ingresos y las grandes tecnológicas son las que están alimentando los modelos de aprendizaje. Entonces ¿realmente nuestra población está representada en esas recomendaciones que da la Inteligencia Artificial? Tenemos que evaluar la calidad de las representaciones que nos genera, porque puede ser que nuestros pacientes, nuestros estudiantes, no estén representados.

Hay que tener unos criterios de reflexión a la hora de usar lo que la Inteligencia Artificial nos ofrece, porque probablemente esa esas recomendaciones no son aplicables a nuestro entorno. Y bueno, eso nos lleva que en en algún momento nosotros vayamos aportando datos también para que estemos realmente representados y evitar que se perpetúe en el tiempo condiciones de discriminación que han estado presentes en la educación médica.

La investigación, es un pilar fundamental, además de la docencia y la extensión universitaria. Esto no es un colegio donde se viene a transmitir información, aquí se viene además a generar conocimiento y lo estamos haciendo. Un poco la idea ahorita es poner en común en donde estamos investigando, hacer, compartir las capacidades, para que nuestros datos nutran a la Inteligencia Artificial también.

En vez de seguir formando o creando nuevas facultades de Medicina, ¿por qué no fortalecemos las facultades que ya tenemos, que están consolidadas, que tienen un acervo histórico?

Finalmente, ¿qué mensaje brindaría a los jóvenes venezolanos que sueñan con estudiar Medicina en nuestro país?

Los soñadores con estudiar Medicina son muchos. Esta es la carrera más demandada en la Universidad históricamente, pero datos recientes del Simadi (Sistema de Ingreso por Mérito Académico y Diagnóstico Integral) de este año pues la barra de Medicina supera muchísimo a las barras, creo que la segunda es Comunicación Social.

Necesitamos médicos. El país no cumple todavía con los estándares. Ahora, sí tienen que entender que la capacidad de respuesta tiene límites. Nosotros tenemos una previsión de cupo para dos escuelas de Medicina de unos 200 estudiantes al año, que es lo que podemos formar con calidad con los recursos que tenemos. Entonces, no nos pidan más porque no hay capacidad de respuesta y los culpables no somos nosotros.

Insisto, esto pasa porque el Estado nos dote de los recursos necesarios. En vez de seguir formando o creando nuevas facultades de Medicina, ¿por qué no fortalecemos las facultades que ya tenemos, que están consolidadas, que tienen un acervo histórico? ¿los recursos que le estamos dando a los otros, por qué no se lo damos a las universidades en las que ya hay experiencia, en la que hay docentes formados? 

De esta manera, el mensaje es mantenerse vinculado con sus propósitos de vida, el que quiera ser médico, que insiste en ser médico. Hay tres mecanismos de ingreso a la Facultad de Medicina, y si añadimos el Programa Samuel Robinson sería el cuarto. Estos son el ingreso por la OPSU (Oficina de Planificación del Sector Universitario), la prueba Simadi, y en la Facultad se creó un mecanismo adicional cuando nosotros llegamos la gestión, que es un curso propedéutico.

Obviamente, van a entrar los mejores. Medicina es una carrera, no a nivel nacional, a nivel global, de altísimos estándares para ingresos. Se requieren notas previas muy altas además de cumplir con los estándares que se piden para el ingreso.

Así que a ellos, no se desanimen. Así cómo yo les conté de aquel muchachito (él mismo), que venía de Upata y que quiso ser médico y se vino para la Central. Pues es eso, un propósito de vida y uno tiene que perseguir su sueño y tengo la seguridad de cuando lo hacemos desde la convicción lo logramos.

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