China anuncia interés y disposición de modernizar el sistema eléctrico en Venezuela 

Nicolás Maduro y la vicepresidenta Delcy Rodríguez junto a representantes de la República Popular China en “Gran Expo China – Venezuela” celebrada en Caracas la semana pasada. Fotografía: MIPPCI

Guacamaya, 10 de julio de 2025.  En medio de un renovado acercamiento impulsado por el impacto de las sanciones estadounidenses, China y Venezuela avanzan en su asociación estratégica con la firma de nuevos acuerdos, la entrega de equipos pesados, la modernización del sistema eléctrico, apoyo a grupos vulnerables y más inversiones en sectores clave como hidrocarburos, agricultura, industria y servicios públicos. Pekín también ha manifestado interés en las Zonas Económicas Especiales venezolanas, alineando su presencia en el Caribe con la Iniciativa de la Franja y la Ruta.

La embajada de la República Popular China en Caracas anunció, a través de su cuenta oficial en Instagram, una serie de proyectos de cooperación en curso con Venezuela que buscan contribuir al desarrollo económico y social del país. Entre las acciones más recientes destaca la entrega de 124 vehículos de trabajo, incluyendo dragas, tractores semirremolque, camiones multifuncionales, retroexcavadoras y vehículos para transporte y elevación, destinados a fortalecer las capacidades productivas y logísticas del país.

El viernes pasado, ambos gobiernos suscribieron tres nuevos acuerdos de cooperación bilateral, enfocados en sectores estratégicos como tecnología, energía, comercio e infraestructura. Uno de los puntos más relevantes fue la firma de un convenio con el Banco de Desarrollo de China para reactivar el motor de hidrocarburos venezolano. Este acuerdo contempla la modernización de las infraestructuras petroleras y el fortalecimiento de la producción, mediante el intercambio de tecnología avanzada y la optimización de procesos para mejorar la eficiencia en la extracción y refinación de crudo.

Ambas naciones trabajan además en la modernización parcial del sistema eléctrico venezolano para mejorar la calidad y estabilidad del suministro, así como en iniciativas conjuntas con agencias de las Naciones Unidas para apoyar a grupos vulnerables mediante el Fondo de Cooperación Sur-Sur.

Nicolás Maduro celebró los logros de esta alianza, destacando su impacto en la calidad de vida de la población y adelantando que están sobre la mesa nuevas inversiones para el desarrollo de la agricultura, agroindustria, pesca, acuicultura, industria y la infraestructura de los servicios públicos. “Hemos hablado de importantes recursos para la modernización de la industria venezolana, la infraestructura, el servicio eléctrico, el transporte y el desarrollo de la ciencia”, señaló el mandatario, quien afirmó que “esta asociación estratégica tiene como destino un desarrollo esplendoroso que dejará huella en América del Sur”.

Por su parte, el embajador chino, Lan Hu, destacó la sólida relación bilateral, el impulso al sector eléctrico y la próxima firma de nuevos acuerdos para ampliar los beneficios al pueblo venezolano. Según datos oficiales, a través de la Comisión Mixta de Alto Nivel China–Venezuela se han suscrito más de 500 proyectos y se han canalizado financiamientos para más de 600 iniciativas mediante el Fondo Conjunto.

¿Por qué sería importante la modernización del sistema eléctrico para los intereses de China?

Uno de los ejes más relevantes de la cooperación chino-venezolana es la modernización parcial del sistema eléctrico del país, un proyecto impulsado por ambas partes para estabilizar y mejorar la capacidad de generación y distribución de energía en Venezuela. Este componente no es menor: la crisis eléctrica que ha afectado al país en los últimos años no solo ha deteriorado la calidad de vida de la población, sino que ha limitado seriamente el funcionamiento de sectores estratégicos como la industria petrolera, los puertos y las Zonas Económicas Especiales.

Para la industria petrolera —motor de la economía venezolana—, el suministro estable de electricidad es indispensable: sin energía confiable, las plantas de extracción, refinación y bombeo sufren paralizaciones recurrentes que afectan la producción y la exportación de crudo. Del mismo modo, la operatividad de los principales puertos del país, especialmente La Guaira y Puerto Cabello, depende de sistemas eléctricos robustos que alimenten grúas, almacenes refrigerados, redes de comunicación y logística portuaria.

Además, las Zonas Económicas Especiales, concebidas como polos de atracción para inversiones industriales y comerciales, requieren condiciones mínimas de infraestructura para resultar viables y competitivas. Entre ellas, un suministro eléctrico estable y suficiente es quizás el elemento más crítico para instalar industrias, atraer manufactura, mantener cadenas de frío y garantizar la continuidad operativa.

En este sentido, el interés chino en rehabilitar y modernizar el sistema eléctrico venezolano no es solo una cuestión de “solidaridad técnica”, sino una apuesta estratégica para crear las condiciones materiales que permitan que los demás proyectos conjuntos —en hidrocarburos, puertos, industria y comercio— puedan concretarse y sostenerse a largo plazo. La electricidad, constituye la base sobre la que descansa toda la arquitectura de esta renovada alianza económica.

Los puertos venezolanos en el mapa estratégico de China

En ese orden de ideas, es pertinente mencionar el reciente informe del Financial Times  donde subraya el creciente papel de China en puertos clave de América Latina y el Caribe, documentando al menos 31 instalaciones portuarias con participación o influencia china. En ese mapa interactivo elaborado por el diario británico, aparecen marcados los puertos venezolanos de La Guaira y Puerto Cabello, evidenciando el interés de Pekín por integrarlos a su red logística regional en el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta.

Ambos puertos forman parte de las Zonas Económicas Especiales promovidas por Caracas, concebidas como polos de atracción de inversión extranjera, modernización tecnológica y dinamización comercial. El hecho de que figuren en el mapa del Financial Times no solo confirma la atención de China sobre estas infraestructuras, sino también su potencial geopolítico: Venezuela se encuentra en un punto estratégico del Caribe, con acceso privilegiado tanto al Atlántico como a rutas hacia Centroamérica y Norteamérica.

La posible modernización de estos puertos ubicados en las Zonas Económicas Especiales por parte de actores chinos consolidaría a Venezuela como un nodo logístico clave en la región y fortalecería el comercio bilateral, mientras que para Pekín representaría un avance más en su estrategia de consolidar rutas marítimas en el hemisferio occidental.

Lo mencionado debe leerse en el marco de la proyección de China al Caribe, una región clave para Pekín por razones comerciales y geopolíticas. Con inversiones en puertos, infraestructura y telecomunicaciones en países como Jamaica, Bahamas, Cuba y la propia Venezuela, China busca consolidar nodos estratégicos para su comercio y, al mismo tiempo, aumentar su influencia en el hemisferio occidental.

Este despliegue tiene también una dimensión política: el Caribe es uno de los pocos espacios donde varios países aún reconocen oficialmente a Taiwán en lugar de la República Popular China. Actualmente, alrededor de cinco pequeños estados caribeños —entre ellos San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, San Cristóbal y Nieves, y Haití— mantienen relaciones diplomáticas con Taipéi. La creciente presencia económica y diplomática de China en la región busca persuadir a estos países para que cambien su reconocimiento a Pekín, como ya lo hicieron República Dominicana en 2018 y Nicaragua en 2021.

Así, la cooperación con Venezuela —un país  estratégico con costas caribeñas — no solo le ofrece a China un socio energético y logístico, sino que también refuerza su presencia en una región donde compite abiertamente con Taiwán por aliados diplomáticos y con Estados Unidos por influencia económica y militar.

No obstante, persisten dudas sobre la capacidad del Estado venezolano para garantizar condiciones estables, reglas claras y sostenibilidad de estos proyectos. 

Aunque en el pasado algunas inversiones no llegaron a concretarse y la relación atravesó momentos de enfriamiento, pero las sanciones  estadounidenses  y los intereses geopolíticos han empujado a Caracas y Pekín a intensificar su cooperación este año. Un reflejo de ello fue el encuentro entre los presidentes Xi Jinping y Nicolás Maduro en Moscú, en mayo pasado en Rusia, donde ratificaron su voluntad de ampliar la alianza estratégica.

Sin embargo, más allá de los anuncios oficiales y la retórica de ambos gobiernos, queda por verse si estas iniciativas se traducen efectivamente en proyectos concretos y sostenibles que impacten de manera tangible en la economía y la calidad de vida de los venezolanos. En un contexto de alta volatilidad y con antecedentes de promesas incumplidas, la materialización de estos acuerdos será la verdadera medida del éxito de esta renovada alianza estratégica

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