En la capital del país se percibe el deseo de la población de mantener estabilidad social en medio clima de incertidumbre generado frente a las amenazas de una escalada bélica en el territorio. Fotografía: Luis Silvera / Guacamaya.
Guacamaya, 22 de noviembre de 2025. En su cotidianidad, la población venezolana se mantiene a la expectativa en medio de un contexto de tensiones. En los hechos, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, reiteró recientemente que no descarta despliegues militares en Venezuela para «resolver el asunto» que representa el país. Esto lo dijo tras acusar a la administración de Nicolás Maduro de enviar «los peores criminales» a territorio estadounidense.
En paralelo, el Departamento de Estado anunciaría la designación del Cartel de Los Soles, vinculado a Maduro, como Organización Terrorista Extranjera. Dicha designación, según ha sugerido Trump, permite que las fuerzas armadas estadounidenses tengan la capacidad de atacar bienes e infraestructura del líder venezolano en el territorio del país.
Si bien en los últimos días Trump ha reiterado que podría haber conversaciones con Maduro, su gobierno aún mantiene un importante despliegue militar en el Caribe como medida de presión. Días atrás el buque de guerra más grande del mundo, el USS Gerald R. Ford, se incorporó a la operación, y, cómo hecho más reciente, se reportó el sobrevuelo de cinco aviones militares cerca de las costas venezolanas.
Al frente, las fuerzas armadas venezolanas han ejecutado ejercicios militares masivos en todo el país, con la movilización reciente de 200.000 efectivos, en respuesta a lo que considera cómo «amenazas imperiales». A su vez, la Asamblea Nacional, aprobó la Ley del Comando para la Defensa Integral de la Nación, que ha sido cuestionada, por sus implicaciones, hasta por los opositores más moderados.
El Gobierno venezolano se anticipa incluso a acciones disruptivas o llamados «sabotajes internos» que podrían impactar la aparente estabilidad, un hecho que incrementa las tensiones. A pesar de esta situación compleja, la vida en Caracas, la capital venezolana, muestra una cara que sugiere una apariencia de normalidad social y cultural que plantean el debate entre la indiferencia y la incertidumbre.
La imagen de Caracas en tiempos de tensiones y crisis

Eventos recientes celebrados en la ciudad capital, en distintos ámbitos, reflejan una imagen de dinamismo y en algunos casos de esperanza por un mejor futuro, con o sin Maduro. La población se sigue abriendo paso en la resiliencia, pero sin dejar espacios de ocio y expresión cultural. Desde eventos que apuestan por el crecimiento económico hasta actos artísticos masivos se muestran en la agenda.
En lo económico, recientemente se realizó el Startup Venezuela Summit 2025, un evento que conectó e impulsó el emprendimiento local con participación de más de 50 ponentes nacionales e internacionales. En contexto, Venezuela se ubica entre los 10 primeros países del mundo en materia de emprendimiento, según información oficial respaldada por el Monitor Global de Emprendimiento (GEM).
En lo cultural, la ciudad vivió la 9ª edición del festival «Nocturneando» en Chacao, que reunió más de 50.000 personas, cifra que superó las expectativas de la alcaldía del municipio, que esperaba entre 30.000 y 40.000 asistentes. El evento ofreció música, arte, gastronomía y actividades urbanas en un ambiente de festividad, lo que muestra a una sociedad caraqueña que mantiene espacios de ocio.
Además, el pasado fin de semana el Estadio Monumental Simón Bolívar fue escenario del concierto Old School Reggaeton, con una asistencia récord, para el recinto, de 55,000 personas. En el show se presentaron artistas internacionales del de la talla de Ivy Queen, Tito El Bambino, Alexis & Fido, Baby Rasta & Gringo, entre otros, lo que consolidó el éxito del evento masivo aún en tiempos de crisis.
Los ciudadanos muestran indiferencia y despreocupación

La aparente normalidad y dinamismo que muestra la capital venezolana contrasta con la creciente tensión política y militar. Guacamaya se dio la tarea de consultar y analizar el sentir popular, que en líneas generales parece mostrar una indiferencia relativa frente a la escalada, especialmente por percibir que el destino político está fuera de su control directo.
Carolina, una comerciante informal de 60 años, expresó sentirse esperanzada ante el despliegue militar estadounidense, aunque desconoce sus implicaciones. «Yo creo que con eso Venezuela va a ser libre. Vamos a tener libertad. Maduro ya tiene mucha presión», afirmó. Al ser consultada sobre si está preparada para un eventual conflicto señaló la necesidad de «guardar comida en la casa y mantener la fe».
Por otra parte, David, de 52 años, agricultor residente de la Colonia Tovar, aseguró que no quiere que se desarrolle un conflicto armado, pese a no estar de acuerdo con el Gobierno venezolano. «Es evidente que nadie quiere guerra, queremos paz. No soy madurista y fui chavista, pero la patria es la patria y enfrentaría con ellos, a pesar de mi condición», señaló.
Además, David señaló que los polos de poder son los que se benefician con estos enfrentamientos. «La política estadounidense se mueve mucho con su armamento y eso le genera dinero a quien esté ocupando el puesto presidencial. Lo mismo pasa con el presidente de acá. Mover toda la tropa de aquí también es dinero. ¿Quién se está enriqueciendo? Ellos (los presidentes) y los que no sabemos», dijo.
Perfiles más jóvenes también mostraron sus impresiones. Diego, de 24 años, y quien se desempeña como almacenista de supermercado, desestimó que los movimientos militares estadounidenses generen un cambio político en el país. «Pienso yo que si Estados Unidos quiere venir para acá ya hubiese venido. Ellos siempre participan en guerras y ya hubiesen venido a atacar», expresó.
El joven se muestra escéptico ante un cambio político a través de la presión sobre el gobierno. «Creo mucho en Dios y Dios no va a dejar que pase algo aquí. No creo que haya un cambio político», dijo. Además, también mostró dudas sobre el ataque a embarcaciones en el Caribe. «Las razones pueden ser mentira o pueden ser verdad, pero los ataques no son acordes», señaló.

Por su parte, Dalibeth de 34 años y ama de casa, considera que la presión militar generada sobre el Gobierno es favorable para generar un cambio político. «Si esto genera un cambio, me parece positivo, porque puede traer al país el desarrollo que vemos en otros países», dijo. Siente también que el Gobierno tiene miedo: «Cuando uno tiene miedo, inventa situaciones y ellos lo han hecho».
En relación a los ataques armados en el Caribe y el Pacífico contra embarcaciones presuntamente vinculadas con el narcotráfico, la ama de casa comentó, que la interpretación viene de cada persona. «Eso es dejarnos llevar por lo que consideramos personalmente. Yo creo que nadie debe morir por el tema que sea. Si son culpables, deberían detenerlos, pero no quitarles la vida», comentó.
Con el paso de los años, los venezolanos han vivido en carne propia promesas previas de cambios políticos inminentes sin resultados. Mike Pompeo, secretario de estado en el primer mandato de Trump, aseguró en 2021 que «los días de Maduro están contados», frase retomada cuatro años después, en la actualidad, por otras figuras republicanas como el senador Rick Scott, y hasta por el propio Trump.
En líneas generales, los consultados no han tomado previsiones para un eventual conflicto armado entre Estados Unidos y Venezuela, pero al ser consultados sobre ello, todos coinciden en la necesidad de guardar comida y resguardarse. El desgaste y repetición de amenazas sin efecto real parece haber generado una suerte de resignación o escepticismo colectivo.
El contraste político: actores internos, presiones y aperturas

En medio de toda esta situación, se ha corrido el rumor de que María Corina Machado, tras ser reconocida con el Premio Nobel de la Paz 2025, habría salido del país en ocasión de recibir el galardón otorgado por el Comité Noruego del Nobel. Sin embargo, Machado ha desmentido esta afirmación y ha señalado que podrá ir a recibir el premio en Oslo sólo si Nicolás Maduro deja el poder.
La dirigente, quien reúne el respaldo popular mayoritario de la oposición afirma que permanece en la clandestinidad. En relación a los rumores, el fiscal general de la República, Tarek William Saab, advirtió que María Corina Machado será declarada prófuga si sale de Venezuela, debido a que enfrenta investigaciones por conspiración, terrorismo e instigación, y además por sus «llamados a la invasión».
Opositores más moderados como Stalin González o Henrique Capriles Radonski han acentuado críticas contra el Gobierno nacional. Stalin aseguró que la nueva ley aprobada por la AN otorga al Ejecutivo un «cheque en blanco para actuar bajo el argumento de la ‘defensa nacional’». Mientras, Capriles cuestionó si la llamada «diplomacia de Maduro» será capaz de «encontrar una solución política».
Ambos dirigentes, si bien han cuestionado las acciones militares promovidas por Estados Unidos que amenazan con escalar un conflicto, ahora también apuntan al Gobierno señalando su abordaje y respuesta. Los dirigentes, que próximanmente tendrán la investidura de diputados, siguen apostando por una «salida política y negociada» que evite una «espiral de confrontación».
Mientras tanto, al mismo tiempo en el que el Departamento de Estado anuncia la designación del Cartel de los Soles, vinculada a Maduro y altos mandos militares, como organización terrorista extranjera, Trump ha reiterado durante la última semana posibles acercamientos con el mandatario venezolano. Esta mezcla de sanciones y apertura a negociaciones, alimenta aún más la incertidumbre.

Caracas, como un reflejo del país, vive en un frágil equilibrio entre la amenaza latente de un despliegue militar estadounidense y una respuesta incierta de Maduro con ejercicios masivos y movilizaciones. Sin embargo, la población mantiene una rutina y cotidianidad que muestran normalidad y resistencia, capaz como reflejo de resignación, escepticismo y adaptabilidad.
Lo cierto es que cada vez los venezolanos se sienten menos dependiente de sus acciones cotidianas y más de jugadas estratégicas entre grandes poderes internacionales y actores políticos nacionales. Aunque la actual etapa puede definir el futuro inmediato de Venezuela, sus dinámicas sociales internas parecen no estar atadas a las tensiones y presiones geopolítcas sobre el territorio.







