¿Qué dice el informe anual de perspectivas, World Oil Outlook 2025 de la OPEP y cuáles son sus implicaciones para Venezuela?

El informe fue presentado en el marco del noveno Seminario Internacional de la OPEP realizado en Viena, Austria. Fotografía: Redes sociales

Guacamaya, 11 de julio de 2025. El cartel petrolero prevé que el mundo necesitará casi 123 millones de barriles diarios dentro de 25 años, impulsado por las economías en desarrollo, pese al auge de los vehículos eléctricos y las energías renovables.

En el marco del 9.º Seminario Internacional de la OPEP, celebrado este jueves, la Organización de Países Exportadores de Petróleo presentó su Panorama Petrolero Mundial 2025 con un mensaje claro: el mundo seguirá necesitando cada vez más petróleo. En contra de las previsiones de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), que sitúa el pico de demanda antes de 2030, la OPEP calcula que el consumo seguirá aumentando sostenidamente hasta alcanzar casi 123 millones de barriles por día en 2050, sobre todo por el impulso de India, África y Oriente Medio.

“El mundo necesitará más energía en las próximas décadas y todas las fuentes serán necesarias para garantizar seguridad y estabilidad”, afirmó el secretario general de la OPEP, Haitham Al Ghais. Según el informe, aunque la demanda en Europa y Norteamérica se estabilice o caiga, las regiones en desarrollo —gracias a su crecimiento demográfico, urbanización y aumento de ingresos— seguirán recurriendo al petróleo como fuente asequible y confiable.

La OPEP reconoce, sin embargo, un leve ajuste a la baja en sus previsiones a medio plazo, atribuido al menor crecimiento en China y a la acelerada adopción de vehículos eléctricos. Para 2029, proyecta una demanda de 111,6 millones de barriles diarios, ligeramente por debajo de los 111,8 millones estimados previamente.

El informe también dibuja tres escenarios posibles para mediados de siglo: uno central, con la demanda en torno a 122,9 millones de barriles diarios; uno más optimista, si se garantiza un acceso equitativo a la energía, que podría llevar la demanda a 127 millones; y uno más conservador, bajo políticas climáticas agresivas, con la demanda reduciéndose a 96 millones.

Además, advierte que satisfacer esa demanda requerirá inversiones masivas: unos 18,2 billones de dólares hasta 2050 para explorar, extraer, refinar y mantener la infraestructura petrolera, especialmente porque los yacimientos actuales declinan entre un 4% y un 5% al año. Sin estas inversiones, el mundo podría enfrentarse a escasez e inestabilidad de precios.

En un momento en que la OPEP+ comienza a relajar los recortes voluntarios de producción —con más de 400.000 barriles diarios reincorporados desde mayo, aunque con restricciones básicas hasta 2026— el cartel insiste en que la transición energética debe ser “ordenada, justa e inclusiva”. Según sus estimaciones, en 2050 los combustibles fósiles seguirán aportando más del 60% del suministro mundial, con el petróleo cubriendo casi un tercio de las necesidades.

El informe concluye recordando que, mientras millones de personas aún carecen de acceso a servicios energéticos modernos, el reto no solo es descarbonizar, sino garantizar asequibilidad y seguridad energética para todos.

¿Qué significa esto para Venezuela?

Las previsiones de la OPEP ofrecen una ventana de oportunidad para Venezuela, aunque no exenta de desafíos.

El país, que cuenta con las mayores reservas probadas de crudo del mundo, podría beneficiarse de la creciente demanda prevista hasta mediados de siglo, especialmente si logra fortalecer su acceso a los mercados emergentes de Asia, África y Medio Oriente, donde se concentrará el aumento del consumo.

Sin embargo, el informe también subraya la necesidad de inversiones colosales para mantener y ampliar la producción global. Para Venezuela, cuyas infraestructuras petroleras han sufrido años de desinversión, sanciones internacionales y deterioro técnico, este es uno de sus mayores retos: atraer capital, tecnología y socios confiables para reactivar su industria.

Además, el país deberá adaptarse a un entorno en el que las presiones climáticas y las políticas de transición energética podrían moderar la demanda global más adelante. Diversificar sus mercados, garantizar un entorno político más estable y mejorar su competitividad serán fundamentales para no quedar rezagado frente a otros productores.

En resumen, las proyecciones de la OPEP refuerzan el valor estratégico del petróleo venezolano, pero también le exigen reformas profundas y visión a largo plazo para convertir ese potencial en realidad.

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