Estados Unidos y Venezuela: Consecuencias de un eventual fin de la relación petrolera

El sector petrolero en Venezuela y en Estados Unidos han tenido una relación simbiótica durante la historia reciente. En la fotografía: Instalaciones petroleras en Puerto La Cruz, Venezuela. Hugo Londoño.

Guacamaya, 15 de febrero de 2025. La reciente renovación de la licencia especial a Chevron, que extiende por seis meses sus operaciones en Venezuela, ha contrastado con declaraciones previas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en las que expresaba su intención de prohibir la compra de petróleo al país caribeño. Aunque esta extensión refleja un alivio estratégico en el corto plazo, la incertidumbre sobre futuras renovaciones genera revuelo en los mercados internacionales y dudas sobre la dinámica y estabilidad económica de ambos países.

Durante décadas, el petróleo ha sido el eje central de las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela. Sin embargo, las tensiones políticas y económicas de los últimos años han llevado a considerar el escenario en el que Estados Unidos deje de comprar petróleo al país sudamericano. Para evaluar las implicaciones que tendría esta decisión para ambas naciones, es necesario abordar también otras políticas de la administración Trump y hasta las características técnicas del crudo venezolano.

¿Continuará Trump comprando petróleo venezolano?

En una conferencia de prensa, el pasado 31 de enero, Donald Trump reafirmó su postura de no permitir la compra de petróleo a Venezuela, intención que había expresado 10 días antes, apenas horas después de su investidura presidencial. El argumento esgrimido es que la transacción por crudo a un régimen encabezado por Nicolás Maduro, al cual considera ilegítimo, fortalecería su liderazgo.

Desde su primer mandato, en el periodo presidencial 2017-2021, Donald Trump implementó una serie de sanciones contra el gobierno de Maduro, entre ellas la impuesta a la estatal petrolera Pdvsa, que buscaría mermar los ingresos en Caracas, con el objetivo de ejercer presión política. A pesar de estas medidas, y también bajo la administración de Joe Biden (2021-2025), Estados Unidos continuó importando petróleo venezolano debido a las especificidades del crudo y las necesidades energéticas del país.

En octubre de 2023, Joe Biden levantaría algunas sanciones al sector energético venezolano tras acuerdos entre la administración de Maduro y la oposición venezolana para celebrar elecciones presidenciales. La licencia de seis meses permitiría al Gobierno de Maduro ganar US$740 millones adicionales en ventas de petróleo, según Eduardo Fortuny, director de Dinámica Venezuela, en declaraciones a Bloomberg. Según fuentes consultadas por Reuters, también se extenderían licencias restringidas para las empresas como Repsol, Eni, Maurel & Prom y Shell, para seguir operando en Venezuela.

Tras el proceso electoral en julio de 2024, en el que el Consejo Nacional Electoral anunciaría a Nicolás Maduro como vencedor, acción bajo el cuestionamiento generalizado de la presentación de cifras fraudulentas, el mandatario venezolano dio a conocer un documento sobre un acuerdo secreto firmado en Catar, un año antes, con el gobierno estadounidense. El acuerdo revela que el gobierno de Biden negoció con Maduro la eliminación de la mayoría de las sanciones una vez que el ganador asumiera la presidencia, además de restablecer las relaciones diplomáticas plenas.

Aunque el documento, publicado en la cuenta en X de Maduro, no incluía la firma del representante estadounidense, y la Casa Blanca no respondió a solicitudes de confirmación de su autenticidad hechas por El Nuevo Herald, el mismo muestra hasta dónde estaba dispuesta a llegar la administración de Joe Biden. Entre las medidas estaría implicado liberar todos los activos pertenecientes al gobierno venezolano que están congelados en Estados Unidos y eliminar todas las sanciones, incluidas aquellas aplicadas de manera individual bajo una orden ejecutiva.

«Me sorprendió mucho ver que Biden aceptó comprar una gran cantidad de petróleo a Venezuela, porque Venezuela estaba a punto de librarse del dictador. Y cuando eso sucedió, lo revivió», dijo Donald Trump como cuestionamiento a las políticas de su antecesor. Sin embargo, pese a que señalaría que «no permitiría que vuelva a pasar algo así de estúpido», Trump asignó a su enviado presidencial para Misiones Especiales, Richard Grennel, la tarea de visitar Venezuela para la discusión de asuntos esenciales.

La reunión entre Grenell y el Gobierno venezolano, el pasado 31 de enero, concluyó con la liberación de seis ciudadanos estadounidenses detenidos y un aparente acuerdo sobre la recepción, por parte de Venezuela, de migrantes ilegales capturados en territorio estadounidense. Un día después del encuentro, se anunció la extensión por seis meses de la licencia especial a Chevron para continuar sus operaciones de producción de crudo en Venezuela. Aunque es importante destacar que dicha licencia es automática, su continuidad había estado amenazada.

Esta aparente contradicción refleja las complejidades de la política exterior y las consideraciones económicas en juego. Sin embargo, la situación es compleja y la evolución de una eventual suspensión de la compra de crudo a Venezuela dependerá de la dinámica geopolítica y de la capacidad de ambas partes para sostener sus posiciones en un escenario de constante confrontación.

El cese total de las importaciones podría tener impactos significativos en refinerías estadounidenses diseñadas específicamente para procesar el crudo pesado venezolano. Además, países como Rusia y China han aumentado su influencia en Venezuela, lo que podría motivar a Estados Unidos a mantener cierto nivel de relaciones comerciales para contrarrestar esta situación.

Harry Sargeant III, figura del lobby empresarial

Según el diario Miami Herald, el encuentro entre Grenell y Maduro fue facilitado por Harry Sargeant III, un influyente empresario de Florida de estrechos vínculos con el Partido Republicano, con intereses comerciales en los sectores de petróleo y asfalto en Venezuela. Sargeant habría liderado los esfuerzos de un grupo de empresarios petroleros estadounidenses que, desde la victoria electoral de Trump en noviembre, estuvieron intentando convencerlo acerca de las ventajas de alcanzar un acuerdo con Maduro, en el cual éste aceptaría recibir vuelos con deportados.

Sargeant ha tenido un papel relevante en la importación de asfalto venezolano a Estados Unidos, un componente esencial para la industria de la construcción. El asfalto proveniente de Venezuela es valorado por su calidad y propiedades específicas que se adaptan a las necesidades de infraestructura en Estados Unidos.

En enero de 2025, las exportaciones venezolanas de AC-30, un tipo de cemento asfáltico, ascendieron a 525.000 barriles, lo que representó un incremento del 112% respecto a los 243.000 barriles exportados en diciembre, según un informe del Centro de Refinación de Paraguaná operado por Pdvsa. Esta situación toma relevancia adicional debido a que, aunque Harry Sargeant III tiene una licencia propia para su negocio de asfalto, la licencia renovada de Chevron es de particular importancia para él, dado que expone la disposición de EE UU de seguir brindando estas concesiones.

Los expertos petroleros Evanan Romero y Juan Fernández, exfuncionarios de Pdvsa, en declaraciones al Diario Las Américas, desestiman el protagonismo de Sargeant en la organización de la reunión entre Grenell y Maduro. Sin embargo, la figura del empresario de Florida ejemplifica cómo las relaciones comerciales individuales pueden influir en sectores estratégicos y cómo las políticas gubernamentales pueden tener repercusiones más allá de lo esperado. 

Un endurecimiento de sanciones y restricciones comerciales podrían afectar el flujo de AC-30, lo que impacta en proyectos de construcción y mantenimiento de carreteras en Estados Unidos. Es entendible, desde luego, la necesidad de los inversores estadounidenses de tener permisos para poder operar en Venezuela, pero es importante también la definición de reglas claras en los acuerdos entre Estados Unidos y Venezuela, porque la incertidumbre es un riesgo que ningún empresario quiere correr.

Aranceles a Canadá y México: Reconfigurando el mercado petrolero

Además de asomar la prohibición de la compra de petróleo a Venezuela, Trump anunció que impondría aranceles del 25% de los rubros que Canadá y México exportan a Estados Unidos, incluyendo el gas y el petróleo, a excepción del petróleo canadiense que tendría un gravamen del 10%.

Pese a la decisión de posponer la entrada en vigor de estas medidas hasta el 4 de marzo, Donald Trump anunció el pasado lunes 24 de febrero, que la imposición de aranceles sigue en pie. El aplazamiento había sido acordado después de que ambos países aceptaran intensificar el control fronterizo para detener los flujos migratorios y el narcotráfico.

La medida ha generado tensiones con ambos países, que han sido tradicionales socios comerciales de Estados Unidos en el sector energético. Los aranceles también podrían afectar negativamente la economía de Canadá y México, que dependen en gran medida de la exportación de petróleo y gas a su vecino norteamericano.

China e India, actores clave en el escenario 

China también había denunciado la imposición de aranceles del 10% a sus exportaciones a Estados Unidos por parte de la Administración de Trump. El Ministerio de Comercio de China afirmó que la medida de Trump “viola gravemente” las normas del comercio internacional, e insta a los Estados Unidos a “entablar un diálogo franco y reforzar la cooperación”.

En respuesta, en un comunicado del Ministerio de Finanzas, China anunció aranceles del 15% sobre el carbón y el gas natural licuado de Estados Unidos, y del 10% sobre el crudo, la maquinaria agrícola, los vehículos de gran cilindrada y las camionetas.

En este contexto de disputa arancelaria entre Estados Unidos y China, es relevante destacar que las refinerías estatales de China, incluidas ChemChina y Guangdong Petrochemical de PetroChina, importaron un total de 865.000 toneladas métricas (5,5 millones de barriles) de crudos venezolanos tras el levantamiento de sanciones aplicado por Biden en 2023, según datos de S&P Global.

Aunque la empresa estatal Petrochina Guangdong Petrochemical, que fue uno de los principales compradores de crudo venezolano durante este período, también ha decidido abstenerse de adquirir más cargamentos una vez que se restablezcan las sanciones.

Las decisiones reflejan la complejidad del escenario geopolítico y comercial, en el que las acciones unilaterales de Estados Unidos, como la imposición de aranceles y la renovación de sanciones, tienen repercusiones significativas en las dinámicas de importación y exportación de crudo a nivel global.

Por otro lado, la relación comercial entre Venezuela e India en el sector petrolero ha sido significativa, especialmente en el contexto de las sanciones impuestas por Estados Unidos. La petrolera estatal venezolana Pdvsa y la india Reliance Industries reanudaron en diciembre pasado el intercambio de crudo en alta mar, un acuerdo que había sido suspendido debido a las sanciones estadounidenses.

Esta reanudación, autorizada por una licencia estadounidense en julio de 2024, representa un avance cauteloso para ambas partes, aunque expertos consultados por EFE advierten que aún es pronto para celebrar.

A pesar de que Venezuela también suministraba grandes cantidades de crudo a China y Rusia, India era la principal fuente de divisas para el país sudamericano, ya que pagaba en efectivo los envíos de Pdvsa. A su vez, históricamente, Venezuela era el tercer mayor proveedor de petróleo de la India.

La reanudación del intercambio de crudo entre Pdvsa y Reliance Industries es un reflejo de la complejidad del escenario geopolítico actual. Mientras Estados Unidos mantiene una postura firme con respecto a limitar el comercio del petróleo venezolano, India busca diversificar sus fuentes de suministro del rubro para garantizar su seguridad energética, con el acceso a crudo pesado y económico que sus refinerías están capacitadas para procesar.

Impacto para ambos países 

El cese del intercambio comercial petrolero entre Venezuela y Estados Unidos tendría profundas implicaciones para ambos países, lo que afectaría tanto sus economías como sus relaciones geopolíticas.

En el caso venezolano, el país ha dependido históricamente de las exportaciones de petróleo como su principal fuente de ingresos. Según Reuters, en 2024, las exportaciones de petróleo venezolano aumentaron un 10,5% a pesar de la inestabilidad política.

La pérdida del mercado estadounidense, que representó un incremento interanual del 60% en noviembre de 2024, según la última data registrada por la Administración de Información Energética de Estados Unidos, sería un golpe devastador para la economía venezolana. La reducción de ingresos por exportaciones podría agravar la crisis económica y social que ya enfrenta el país.

La producción de petróleo en Venezuela ha mostrado signos de recuperación, al alcanzar más de un millón de barriles diarios por primera vez desde junio de 2019, de acuerdo con información de EFE. Sin embargo, la incertidumbre sobre las licencias petroleras a Chevron y otras petroleras internacionales, además de las sanciones impuestas por Estados Unidos, complica la situación.

Recientemente, en una visita de la vicepresidenta de Venezuela y ministra de Hidrocarburos, Delcy Rodríguez, a la India con motivo de la Semana de la Energía de ese país, intervino en una reunión en la que estaba presente el secretario general de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), para calificar de “absurda” la pretensión de excluir a Venezuela del mercado petrolero global, situación que limitaría las oportunidades de exportación y desarrollo económico.

Para Estados Unidos también habría implicaciones importantes, pues ha sido un importante comprador de crudo pesado venezolano, esencial para ciertas refinerías ubicadas en su territorio. La interrupción del suministro venezolano obligaría a Estados Unidos a buscar alternativas en otros mercados, lo que podría aumentar los costos de refinación y afectar la estabilidad del suministro energético.

Además, los costos de abrir un nuevo pozo son notablemente más bajos en Venezuela que en las principales formaciones geológicas de EEUU. Según cálculos del geólogo petrolero Christopher Roy Luck, la Faja Petrolífera del Orinoco, costaría entre 15 y 19 dólares por barril, mientras que en la Permian Basin entre 18 y 25, en Bakken entre 23 y 27, y en Eagle Ford entre 23 y 33. Sólo en Canadá sería más barato, gracias a tecnologías más avanzadas, las cuáles podrían replicarse en Venezuela, al tratarse de un crudo pesado similar.

Desde luego, el cese del intercambio comercial petrolero también tendría implicaciones geopolíticas. La decisión de Estados Unidos de dejar de comprar petróleo a Venezuela obedece a una medida de presión para debilitar al régimen de Nicolás Maduro. Sin embargo, esta medida también podría empujar a Venezuela a fortalecer sus relaciones con otros países como China y Rusia, que ya son importantes socios comerciales en el sector energético.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *