Venezuela suspenderá acuerdos energéticos con Trinidad y Tobago en medio de tensiones diplomáticas por despliegue militar

La vicepresidenta Delcy Rodríguez indicó que la nueva administración del país vecino ha creído en mentiras del Secretario de Estado, Marco Rubio, que «busca escalar la agresión de Estados Unidos contra Venezuela». Fotografía: Venezolana de Televisión.

Guacamaya, 27 de octubre de 2025. El Gobierno de Venezuela anunció su intención de suspender todos los acuerdos de cooperación energética con Trinidad y Tobago, incluidas las negociaciones sobre proyectos conjuntos de gas natural. La decisión, impulsada por la vicepresidenta y ministra de Petróleo, Delcy Rodríguez, responde al deterioro de las relaciones bilaterales tras la llegada al poder de la primera ministra Kamla Persad-Bissessar, considerada una aliada de Washington.

Rodríguez informó que su despacho solicitará formalmente a la Presidencia la suspensión de los convenios en curso, entre ellos el emblemático proyecto gasífero del campo Dragón —con reservas estimadas en 4,2 billones de pies cúbicos— que involucra a la compañía Shell y a la estatal National Gas Company of Trinidad and Tobago.

“Las relaciones actuales con Trinidad y Tobago son hostiles; en consecuencia, todos los acuerdos gasíferos con ese país serán suspendidos”, declaró Rodríguez en un mensaje televisado.

La medida se produce después de que el gobierno trinitense recibiera una licencia de Estados Unidos para negociar con Venezuela, país bajo sanciones desde 2019. Caracas criticó duramente esa autorización, señalando que cualquier suministro de gas venezolano deberá ser pagado.

El gas venezolano tiene una importancia estratégica para la economía de Trinidad y Tobago, cuyo sector energético —basado en la producción de gas natural licuado, petroquímicos y fertilizantes— depende en gran medida del abastecimiento estable de ese recurso. Los proyectos conjuntos con Venezuela, como el campo Dragón, representan una fuente clave para sostener la capacidad exportadora del país caribeño y garantizar la seguridad energética de la región, especialmente ante la creciente volatilidad del mercado mundial y el agotamiento de reservas locales.

Por su parte, Persad-Bissessar afirmó que su país “no necesita el gas venezolano” y que continuará impulsando el crecimiento de su economía “dentro y fuera del sector energético”.

El futuro del proyecto Manatee —operado por Shell en la frontera marítima entre ambos países— también es incierto, pese a haber recibido en el pasado luz verde de Caracas para su desarrollo independiente del lado trinitense.

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