Vladimir Putin, presidente de la Federación de Rusia conversa por teléfono con Donald Trump, presidente de Estados Unidos. Foto: imagen difundida por el canal de Telegram del Ministerio de Exteriores de la Federación de Rusia.
Guacamaya, 19 de marzo de 2025. El 18 de marzo de 2025, los presidentes de Rusia y Estados Unidos, Vladímir Putin y Donald Trump, mantuvieron una conversación telefónica que marca un episodio importante para el conflicto ucraniano. Ambos líderes acordaron un alto el fuego de 30 días, enfocado en proteger infraestructuras energéticas y facilitar avances humanitarios, incluido un intercambio de prisioneros que se ha llevado a cabo para el 19 de marzo.
Putin agradeció la disposición de Trump para mediar en el conflicto y aseguró que Rusia daría “órdenes inmediatas” para cumplir con la tregua propuesta. Sin embargo, Moscú subrayó condiciones clave: el cese total de la ayuda militar extranjera a Ucrania, el fin de la movilización forzosa en el país y un mecanismo de control efectivo sobre el alto el fuego en la línea de contacto. El Kremlin también denunció los “actos de terrorismo” atribuidos a grupos ucranianos en la región rusa de Kursk.
Acuerdos humanitarios y diálogo bilateral
El Kremlin asegura que “como gesto de buena voluntad Rusia repatriará a 23 soldados ucranianos gravemente heridos que reciben tratamiento médico en sus instalaciones”, además de un intercambio de 175 prisioneros por cada parte. Trump, por su lado, logró el compromiso de Putin para garantizar un trato “justo y humano” a los militares ucranianos cercados en Kursk si se rinden.
Los mandatarios también abordaron la seguridad marítima en el Mar Negro, acordando iniciar conversaciones técnicas para concretar medidas. Además, exploraron áreas de cooperación económica y energética, junto con la estabilización de crisis en Oriente Medio y el Mar Rojo. Rusia podría jugar un rol importante por su relación con Irán.
La llamada reflejó un acercamiento estratégico entre ambas potencias. Putin y Trump coincidieron en la necesidad de normalizar relaciones, destacando su alineamiento reciente en una resolución de la ONU sobre Ucrania. Se anunció la creación de grupos de trabajo mixtos para diseñar soluciones políticas al conflicto, mientras Trump respaldó una propuesta cultural de Putin que ha llamado la atención al ser inusual: partidos de hockey entre ligas rusas (KHL) y estadounidenses (NHL).
La cooperación espacial entre Rusia y Estados Unidos podría regresar:
Al mismo tiempo que ocurrirá la conversación entre Putin y Trump, el director del Fondo Ruso de Inversión Directa (RDIF), Kiril Dmítriev, manifestó interés en fortalecer la cooperación espacial entre Rusia y Estados Unidos, destacando el potencial de colaboración con el empresario Elon Musk en misiones a Marte. Según Dmítriev, entidades rusas como la corporación espacial Roscosmos y la nuclear Rosatom poseen tecnologías clave que podrían optimizar la eficiencia y seguridad de estos viajes interplanetarios.
Aunque reconoció que la Administración Biden deterioró las relaciones bilaterales, Dmítriev señaló que el gobierno de Trump mostró mayor apertura al diálogo. Mencionó que, pese a las tensiones, empresas estadounidenses buscan reingresar al mercado ruso, aunque advirtió que algunos sectores ya están consolidados por actores locales o de otros países.
En cuanto a los Metales de tierras raras, Rusia ofrece oportunidades de inversión en yacimientos, un sector crítico para tecnologías verdes y electrónicas.
Dmítriev elogió a Musk como un “líder único” cuyo enfoque innovador a su juicio coincide con el interés ruso por impulsar avances para la humanidad. Subrayó que la propuesta de colaboración no se limita a Marte, sino que integra competencias técnicas rusas en proyectos de alcance global.
La propuesta surge en un momento en que Rusia busca mitigar el aislamiento occidental por la guerra de Ucrania, explorando alianzas en sectores donde mantiene ventajas competitivas, como el espacial y el nuclear. Para Estados Unidos, representa un dilema entre aprovechar capacidades técnicas rusas y mantener sanciones por el conflicto ucraniano.
Rusia abandonó el uso del Puerto Espacial en Guayana Francesa en 2022, mismo año en el que suscribió un Acuerdo de Cooperación Espacial con Venezuela, cuyas condiciones geográficas son relevantes para la exploración espacial en el futuro debido a su cercanía al Ecuador.
La iniciativa refleja una estrategia rusa de usar proyectos de alto perfil para reactivar diálogos pragmáticos, aunque persisten barreras políticas y de confianza mutua.
Aunque el diálogo abre una ventana a la distensión, persisten tensiones. Rusia insiste en que cualquier solución duradera debe incluir garantías de seguridad para sus intereses y el desarme de Ucrania, mientras Occidente observa con escepticismo el rol de Washington como mediador. La comunidad internacional espera que los próximos días confirmen si los gestos anunciados se traducen en acciones concretas.
Juego de ajedrez geopolítico: ¿Qué implica este acercamiento para Venezuela?
El acercamiento entre Moscú y Washington podría tener ramificaciones en Venezuela, donde Rusia es un aliado clave del gobierno de Nicolás Maduro. La llamada ocurre días después de que Putin y Maduro dialogaron sobre cooperación energética y seguridad, en un contexto de creciente presión de Estados Unidos contra Caracas: en febrero, Washington revocó la licencia a Chevron para operar en Venezuela, endureciendo las sanciones.
El diálogo de Putin y Trump también mencionó esfuerzos conjuntos en Oriente Medio y el Mar Rojo, lo que refuerza la idea de una diplomacia de contrapesos.
Para Maduro, las alianzas geopolíticas han venido funcionando como una carta de negociación, sus acercamientos con Rusia, Irán y China constituyen un elemento importante a la hora de negociar con Estados Unidos buscando aprovechar el contexto geopolítico como ocurrió en 2022 cuando inició la guerra de Ucrania.
No obstante, mientras las tensiones persisten. Moscú sigue siendo un socio vital para Caracas en materia de defensa, cooperación espacial, inversiones y respaldo político en foros internacionales. Esto podría cobrar nuevamente mayor importancia como ya ocurrió en 2019 si Estados Unidos endurece las medidas contra Venezuela. El retiro de las empresas petroleras occidentales deja un espacio importante en el mercado energético venezolano, caso contrario a las acciones de la administración Biden que cuando inició el conflicto de Ucrania buscó recuperar espacio en Venezuela ante potencias rivales como Rusia, Irán y la propia China.
Por su parte, Maduro aprovechó la coyuntura para intentar equilibrar la presencia de actores externos en el mercado energético del país, su gobierno buscó negociar con Estados Unidos en los llamados Acuerdos de Doha. El gobierno venezolano también se declaró oficialmente “neutral” respecto al conflicto de Ucrania sin reconocer a las Repúblicas de Donestk y Lugansk, a pesar de eso Maduro ha suscrito la visión rusa del conflicto y la narrativa del “Antifascismo” como punto de enlace clave en su lucha contra la oposición venezolana, la cual circunscribe dentro de una lucha global contra “el resurgimiento del nazismo” cuyo liderazgo recae en su aliado Vladimir Putin en su conflicto con Ucrania.
La llamada entre Putin y Trump abre la posibilidad a un cese de hostilidades en Ucrania, aunque ese escenario todavía no se ha concretado podría ser muy importante dentro del escenario geopolítico del conflicto venezolano.
Es importante recordar que antes del conflicto en Ucrania, el sistema financiero ruso gestionaba cerca del 60% de las exportaciones venezolanas, según Ecoanalítica, para luego transferir dólares en efectivo a PDVSA, siendo esto un elemento clave para evadir las sanciones estadounidenses y mantener ingresos al país.
También es relevante retroceder a marzo de 2024, en ese momento el diario “The Sunday Times” reveló que Boris Johnson, quien gobernó el Reino Unido entre 2019 y 2022 había hecho una pausa de sus tradicionales vacaciones en República Dominicana para hacer un ligero desvío hasta Venezuela donde se reunió con Nicolás Maduro, donde quizás no se sintió tan ajeno pues el ex primer ministro maneja bien el español como lengua.
Según reportó la prensa Johnson habría conversado con Maduro sobre la situación de la región del Esequibo, territorio en disputa entre Venezuela y la antigua colonia británica de Guyana donde hay importantes intereses petroleros y que algunos expertos han planteado como una hipótesis de conflicto, además de a su juicio “el apoyo venezolano a Rusia en la guerra con Ucrania”.
La visita de Johnson es solo un ejemplo de las implicaciones que ha tenido la Guerra de Ucrania dentro la situación venezolana, solo unas semanas después del inicio del conflicto ocurrieron los primeros acercamientos entre los gobiernos Venezuela y Estados Unidos que luego darian lugar a las negociaciones mediadas por Qatar.
Un eventual levantamiento de sanciones a Rusia y su reinserción en el Sistema financiero internacional podría brindar una ventana de oportunidad a Venezuela para contrarrestar el efecto de las sanciones estadounidenses de mantenerse el escenario de confrontación y tensión que se ha visto las últimas semanas. Rusia podría representar una ventana de oportunidad para Maduro como ocurrió en el siglo pasado cuando Sudáfrica y Mozambique en ese entonces colonia de Portugal se convirtieron en socios clave de Rodesia del Sur para evadir las sanciones impuestas por la comunidad internacional, incluyendo el propio Consejo de Seguridad de la ONU.
Un posible entendimiento de Trump y Putin acompañado por el fin de la Guerra de Ucrania como resultado podría permitir a Rusia volver a centrar esfuerzos en otras regiones del mundo, no es que durante el conflicto los haya descuidado del todo, la presencia rusa en África sigue siendo importante y logró importantes objetivos estratégicos en regiones como el Sahel y en países como Sudán donde ahora podrá reforzar su posición en el Mar Rojo, por citar dos ejemplos concretos. Además, Moscú tiene todavía la oportunidad de mantener su presencia militar en Siria con un posible aval de Israel para contrarrestar el avance de Turquía.
La paz en Ucrania podría significar el levantamiento de las sanciones impuestas a las empresas energéticas rusas, compañías como Rosneft y Gazprom, que en 2023 habían mostrado su interés de volver a Venezuela, pero en ese momento no fue posible, ahora dependiendo de los resultados en las negociaciones entre Washington y Moscú podrían ocurrir concesiones de algún tipo que tal vez traerían como resultado que esas dos empresas vuelvan a operar de forma directa en el país. Todo dependerá del desenlace de los acontecimientos en Europa. Para Trump, Rusia es un elemento clave en su lucha contra el ascenso de China como potencia desafiante de la hegemonía estadounidense, algo que Putin entiende y está utilizando para lograr condiciones favorables más allá de la propia situación en Ucrania.
La guerra en Ucrania acentuó las vulnerabilidades económicas de Venezuela, pero también le brindó oportunidades para renegociar su posición en el tablero global, aunque sin resolver problemas estructurales como la dependencia de aliados bajo sanciones y la debilidad de su industria petrolera.
Una mayor sintonía entre Washington y Moscú sumado a un hipotético fin del conflicto ucraniano abre otro capítulo de oportunidad para que Venezuela y especialmente Maduro renegocie su posición en el tablero global, las cartas por parte de Maduro son el petróleo, los recursos del país y sus alianzas geopoliticas para presionar así sea simbólicamente a Occidente que históricamente le ha cuestionado, esos elementos serán su carta para negociar según los acontecimientos ocurran y reordenen el orden internacional que cada vez parece romperse más.
No obstante, Maduro se enfrenta a las críticas y cuestionamientos por parte de varios países latinoamericanos, los Estados Unidos, la Unión Europea y el resto de sus aliados. Caracas también buscará aprovechar el distanciamiento entre una Unión Europea que no acompaña las sanciones sectoriales a Venezuela con la administración Trump, en contraparte Bruselas busca acercarse a otros dos aliados claves de Maduro como lo son la República Popular China y Turquía, un escenario que también Maduro mirará con atención y que podría tener sus propias implicaciones para el conflicto venezolano.