Qatar ha servido como un espacio de interlocución confiable entre Washington y Caracas en el pasado. Fotografía: vía redes sociales.
Guacamaya, 6 de octubre de 2025. El emirato del Golfo, conocido por su papel de mediador en conflictos internacionales, ha confirmado que mantiene abierto un canal de comunicación entre Estados Unidos y Venezuela en medio de tensiones por la presencia militar estadounidense en el Caribe.
El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Qatar, Majed Al-Ansari, confirmó en declaraciones al canal colombiano Noticias Caracol que Doha mantiene abierto un canal de comunicación entre Caracas y Washington, utilizado en varias ocasiones para “traer y discutir ideas que puedan desescalar” la creciente tensión. La revelación llega en un momento marcado por rumores de que el gobierno de Nicolás Maduro habría pedido la mediación qatarí ante la presión y la amenaza de un ataque militar estadounidense y las fuertes tensiones en el Caribe.
El protagonismo de Qatar en este tipo de gestiones no es nuevo. En las últimas dos décadas, el país ha pasado de preocuparse únicamente por su propia seguridad a convertirse en mediador de conflictos en distintas regiones del mundo. Esta transformación se enmarca en la Visión Nacional 2030, que busca proyectar a Doha como un centro global de diplomacia, finanzas y energía.
Tras superar el bloqueo regional impuesto por Arabia Saudita y sus aliados entre 2017 y 2021, el emirato comprendió que su supervivencia dependía de desempeñar un papel de intermediario neutral. Desde entonces, ha sido clave en acuerdos entre Estados Unidos y los talibanes, intercambios humanitarios en Gaza, negociaciones de paz en Sudán y Chad, o la mediación en la crisis libanesa de 2008.
El antecedente de los Acuerdos de Doha.
La incursión qatarí en Venezuela no es un movimiento aislado ni nuevo, sino parte de esta red de mediaciones. Desde 2022, el canal entre Doha, Caracas y Washington ha permitido algunos resultados concretos en el pasado como la liberación de ciudadanos estadounidenses detenidos en Venezuela, un alivio parcial de sanciones petroleras a cambio de compromisos mínimos en materia electoral y humanitaria, y la creación de un espacio de diálogo paralelo a las conversaciones en México y Barbados durante la administración Biden.
Qatar es un canal de comunicación pero todavía no es una negociación formal entre Washington y Caracas
Es importante aclarar que en las declaraciones del portavoz qatarí no se habla de una negociación formal, como sí ocurrió durante la era Biden, cuando llegaron a celebrarse reuniones entre representantes de Estados Unidos y Venezuela. En este caso, se hace referencia únicamente a la existencia de un canal de comunicación en el que cada parte expone sus planteamientos e inquietudes.
Días atrás, Nicolás Maduro señaló que los canales con Washington estaban “maltrechos y profundamente deteriorados”, mientras que el gobierno de Estados Unidos también negó la posibilidad de negociar con Caracas. No obstante, el enviado especial del presidente Trump, Richard Grenell, habló públicamente sobre la necesidad de abrir un proceso de negociación y aseguró que mantiene contactos con Caracas
En ese sentido, puede establecerse una diferencia respecto al proceso anterior bajo la administración Biden: a pesar de que fue secreto, allí existió una negociación formal que trascendía un simple canal de comunicación. Hoy, Qatar parece ofrecerse como facilitador y dejar la puerta abierta para que esa posibilidad vuelva a materializarse bajo la nueva realidad.
En un análisis publicado hace algunos meses en Guacamaya señalamos que, si la administración Trump lo considera, Qatar podría desempeñar para el caso de Venezuela un papel similar al de Omán en el caso del programa nuclear iraní o al de Arabia Saudita en las conversaciones indirectas entre Moscú y Washington por la guerra en Ucrania. Sin embargo, la influencia de sectores duros de la política estadounidense, encabezados por senadores republicanos de Florida y el Secretario de Estado de línea de neoconservadora, Marco Rubio, hace que un escenario de negociación se vea, por ahora, complejo.
Para Caracas, el valor de este canal reside en que Qatar combina neutralidad, experiencia y capacidad financiera. Esto no solo permitiría discutir una eventual flexibilización de sanciones, liberaciones de detenidos venezolanos y extranjeros sino también abrir mercados para el petróleo venezolano y gestionar apoyos humanitarios si lo desea. Para Washington, Doha ofrece un espacio menos rígido y más pragmático para abordar un conflicto tan delicado como el venezolano.
El caso venezolano confirma la estrategia de Doha de usar su “soft power” —inversiones, diplomacia humanitaria y proyección global a través de eventos como el Mundial de Fútbol de 2022— para afianzarse como mediador internacional confiable. Aun así, el éxito de su rol dependerá de que tanto Estados Unidos como Venezuela estén dispuestos a comprometerse.
En un escenario internacional cada vez más fragmentado, las naciones del Golfo se consolidan como nuevos puentes de diálogo entre adversarios. Qatar, con su enfoque pragmático, ofrece a Venezuela y Estados Unidos una alternativa: pasar de la confrontación a la diplomacia discreta, aunque todavía sea un camino cuesta arriba.
El desafío, sin embargo, es que ni Washington ni Caracas parecen dispuestos, por ahora, a hacer concesiones sustantivas. Qatar puede abrir el canal, ofrecer la sala de negociaciones y facilitar recursos sobre la mesa, pero el éxito de este mecanismo depende de que los actores principales quieran avanzar más allá de gestos simbólicos.
De momento ni los Estados Unidos ni el gobierno de Venezuela han comentado sobre dichas declaraciones de manera oficial.







