Luis Vicente León es economista y profesor en la Universidad Católica Andrés Bello, además de presidente de Datanálisis.
Guacamaya, 13 de abril de 2025. Hablamos con Luis Vicente León, uno de los analistas más reconocidos en Venezuela. Le pregunto a dónde se encamina la relación del país con los Estados Unidos, ahora con el presidente Donald Trump. También es el presidente de Datanálisis, y su encuestadora puede ayudarnos a entender qué piensan hoy los venezolanos.
¿Cuál es el impacto de la política de Washington con Venezuela? ¿Cómo podría cambiar? ¿Cuántos venezolanos tienen intención de emigrar? ¿Qué expectativas tienen sobre la economía, y sobre un posible cambio político? ¿Quiénes consideran como referentes? Estas son algunas de las preguntas que abarca esta entrevista.
Pregunta: ¿Qué piensas que busca Trump en relación con Venezuela? ¿Una negociación? ¿Un cambio de régimen? ¿Solamente devolver inmigrantes ilegales?
Respuesta: La estrategia de Trump hacia Venezuela se inscribe en su visión global de reordenar el sistema internacional en favor de los intereses estadounidenses. Aunque Venezuela no es el eje central, sí representa un componente importante en su agenda.
En primer lugar, Trump busca reducir la migración ilegal hacia EE.UU., donde los venezolanos han adquirido notoriedad debido al tamaño de su diáspora y a la percepción de inseguridad asociada a ciertos grupos criminales. Sin embargo, es crucial señalar que esta percepción ha sido amplificada por sectores radicales, quienes han vinculado de manera exagerada a la migración con bandas como el Tren de Aragua, sin pruebas concluyentes que respalden tales afirmaciones.
En segundo lugar, Trump apunta a redefinir la relación energética con Venezuela, buscando ventajas concretas en el suministro y precio de la energía, y desplazando la influencia de actores como China en la región.
Finalmente, aunque Trump desea presionar por una democratización en Venezuela, la experiencia internacional y venezolana parece indicar que este proceso no ocurrirá de inmediato, sino que requerirá tiempo y estrategias que garanticen la subsistencia de la oposición y la preservación de los espacios democráticos existentes.
P: ¿Quién o quiénes están dirigiendo la política hacia Venezuela por parte de los Estados Unidos? ¿Qué planes tienen?
R: Dentro de la administración Trump, existen dos corrientes principales en cuanto a la política hacia Venezuela.
Hay una corriente de línea dura: Representada por figuras como Marco Rubio, Michael Waltz y Mauricio Claver-Carone, que aboga por una política de máxima presión, enfocada en sanciones y aislamiento del régimen de Maduro, con la esperanza de provocar un cambio de gobierno o, en todo caso, un castigo ejemplar contra la revolución venezolana, independientemente de los daños colaterales que esto pueda representar para la población en general.
Después, una corriente pragmática: Liderada por Richard Grenell y otros asesores cercanos a Trump, esta postura reconoce las limitaciones de las sanciones y propone una estrategia que combine presión con incentivos económicos, buscando una transición negociada que beneficie tanto a EE.UU. como a Venezuela.
Un análisis de la posición de Trump, y de sus objetivos MAGA, debería llevarnos a pensar que está más cerca de la segunda visión, aunque mantiene una estrategia de competencia entre ambas, probablemente para complacer posiciones políticas internas en Estados Unidos, y para evaluar resultados y tomar decisiones informadas.
P: ¿Cómo los Estados Unidos podrían ayudar a la causa democrática en Venezuela?
R: La ayuda de EE.UU. a la causa democrática en Venezuela debería centrarse en fomentar condiciones que permitan una transición ordenada y sostenible hacia el rescate de la democracia.
Esto implica, primero, utilizar las relaciones económicas y energéticas como herramientas de negociación para mejorar las condiciones electorales y garantizar la participación de la oposición.
Segundo, apoyar iniciativas que fortalezcan la sociedad civil y promuevan el respeto a los derechos humanos.
Y tercero, evitar políticas que, aunque bien intencionadas, puedan debilitar aún más a la oposición y empeorar las condiciones de vida de la población, como sanciones indiscriminadas que afecten a la economía en general.
Necesitamos que tengan recursos y ganen fuerza los empresarios, las universidades, la sociedad civil. Si no, con las sanciones, estamos dejando a la población que lucha por sus derechos políticos sin comer, sin estructura, sin liderazgo.
P: ¿Pero entonces, dices que la presión económica es no solo inefectiva, pero también contraproducente?
El aumento de la presión significa la pulverización de la oposición. Es un mito que la lucha por la libertad necesita la destrucción del país.
Con la máxima presión, el gobierno será mucho más duro en su estrategia para pulverizar la oposición. Todos se convierten en su enemigo a muerte por igual. Sería una respuesta inducida por la amenaza externa. Hoy todavía existen espacios democráticos, campos de negociación entre la oposición moderada y el gobierno. En Cuba, Irán, Nicaragua y Corea del Norte ya no. ¿Es ahí donde queremos llegar?
Si eliminamos el espacio de disidencia que nos queda, la solución política pasará a depender únicamente de una fuerza extranjera, como es el caso de los países que he mencionado. Y así llevan décadas con sanciones y sin expectativa alguna de cambio político.
Paradójicamente, la posición realmente “subversiva” es estar a favor de las licencias del Departamento del Tesoro estadounidense para el sector petrolero. En ese caso, los Estados Unidos ganan más influencia, la economía tiene mayor transparencia, los empresarios más recursos. La población tiene muchas más cosas que defender y se mantiene viva la esperanza de lucha. Si quitamos las licencias, le devolvemos el control y las ventas al gobierno venezolano. La primera derivada será el traspaso de todo el sector energético venezolano a China y le mundo no occidental. Eso es exactamente lo contrario al concepto de “America First”.
¿Y por qué Maduro permite que siga existiendo la oposición? Porque la necesita para poder tener una puerta abierta para negociar. Claro está, que cuando no tenga nada que perder, ¿Qué crees que hará? ¿Para qué dejará que exista un bloque político que quiere desplazarlo del poder, sin ninguna limitación que incluya la vía radical o de fuerza en su contra?
P: Mirando al futuro. ¿Podemos esperar que Trump siga por este camino durante lo que queda de su mandato? ¿Cómo podría cambiar su política hacia Venezuela?
R: Es probable que Trump continúe evaluando los resultados de ambas corrientes dentro de su administración antes de consolidar una política definitiva hacia Venezuela. Sin embargo, la tendencia sugiere una posible inclinación hacia la estrategia pragmática, que busca combinar presión con incentivos económicos.
No obstante, factores como la influencia creciente de China en la región y la situación interna de EE.UU. podrían acelerar decisiones que definan el rumbo de la política estadounidense hacia Venezuela en el corto plazo.
P: Eres el presidente de Datanalisis, una de las encuestadoras más reconocidas en Venezuela. Por eso, quiero preguntarte sobre los últimos números que habrás visto. ¿Qué piensan ahora los venezolanos sobre emigrar? ¿Hay algún cambio significativo en los últimos meses?
R: Recientes encuestas de Datanálisis indican que hay un 20% de venezolanos con intención de emigrar, eso serían 5 millones de personas. Y podemos decir que hasta el 40% lo consideran de alguna forma.
Esta cifra es mucho más alta que en julio, cuando tuvo lugar la elección presidencial. Este incremento está directamente relacionado con la percepción de deterioro económico y la falta de perspectivas de cambio político.
La amenaza de nuevas sanciones y la incertidumbre política han generado un ambiente de desesperanza que impulsa a muchos a considerar la migración como la única salida viable.
También podemos esperar que una nueva oleada de emigración entrará primero en los países vecinos, Colombia y Brasil. Eso es imposible de detener. ¿Ahora, estos países tienen la capacidad de recibirlos a todos? También se pude desestabilizar más la región, incluso fortalecer el problema de la guerrilla en la frontera.
Es muy probable que estos migrantes terminen buscando la forma de llegar a Estados Unidos u otros países más ricos, como ya hemos visto. La respuesta es fácil: si no quieres más migración de América Latina, lo último que debes hacer es atizar una crisis económica.
P: ¿Entonces, el ciudadano de a pie está relacionando las sanciones con emigrar?
R: Los venezolanos ya tenemos la relación entre la industria petrolera y la economía en el subconsciente. Entonces, muchos ya piensan que, si vienen mayores sanciones, viene desabastecimiento, más problemas con la electricidad, más crisis económica. Y cuando no hay esperanza de cambio político, eso se traduce en emigración.
P: ¿Qué expectativas tienen hoy los venezolanos sobre la economía?
R: La mayoría de los venezolanos, aproximadamente un 70%, cree que la situación económica del país empeorará en el futuro cercano. Esta percepción negativa está alimentada por la inestabilidad política, las sanciones internacionales y la falta de confianza en las instituciones.
La combinación de estos factores ha generado un clima de incertidumbre que afecta tanto a la inversión como al consumo interno, exacerbando aún más la crisis económica.
P: ¿Qué piensan los venezolanos sobre participar en las elecciones del 25 de mayo? ¿Hay algunos candidatos que resalten en particular?
R: La mayoría de los venezolanos no cree hoy en el voto como herramienta de cambio. Y eso tiene consecuencias.
La oposición institucional, al llamar a la abstención, conecta con ese sentimiento, pero también se desdibuja. No presenta alternativa, no moviliza, no construye futuro.
No hay candidatos que hoy tengan una fuerza real en el imaginario nacional. Y quienes sí han tenido capital político reciente, como María Corina Machado, se enfrentan a un desgaste significativo e inevitable. Su respaldo ha caído, entre otras cosas, por apoyar sanciones que afectan al ciudadano común y por respaldar deportaciones sumarias hacia El Salvador, sin diferenciar culpables de inocentes. Nuestros números dicen que solo entre el 12.6% apoya explícitamente las sanciones petroleras.
Decir que la gente está pidiendo a gritos que castiguen “al pueblo” para “sacar a Maduro”, sin garantía alguna de cambio y después de haber vivido la máxima presión, es impresentable e increíble para la mayoría de la población, a quien tratan de etiquetar de boba o masoquista.
Eso, además de no haber podido cumplir sus promesas de cambio rápido y salida de Maduro, reproduce el patrón de pérdida de credibilidad que ya vimos con Guaidó en 2019. Las promesas incumplidas dejan de ser discursos llamativos para convertirse en bombas de tiempo contra sí misma.
P: ¿Qué referentes políticos tienen los venezolanos? ¿Cuáles son las figuras mejor valoradas? ¿Qué cambios significativos has visto desde las elecciones del 28 de julio?
R: En este momento, hay pocos referentes nacionales sólidos.
Chávez sigue siendo un ícono para su base.
María Corina, pese a su desgaste, sigue encabezando el espacio opositor, aunque ha perdido fuerza.
Lo que es preocupante es que la opción moderada, de centro, de negociación, no tiene hoy un liderazgo nacional fuerte con alta conexión emocional. Pero eso no significa que no haya figuras de peso.
Manuel Rosales tiene una popularidad muy alta en el Zulia y un reconocimiento nacional importante.
Henrique Capriles, a pesar de los ataques constantes de sectores radicales opositores y del costo acumulado de sus participaciones previas, mantiene una propuesta que sintoniza con lo que la mayoría del país quiere: paz, progreso, negociación, soluciones.
Ambos han sido criticados por sus posturas racionales, pero esas posturas hoy conectan más que los discursos radicales, especialmente porque son las únicas que defienden lo que la gente siente: que las sanciones no pueden ser un castigo colectivo y que las deportaciones sin garantías jurídicas son inaceptables.
Rosales y Capriles no tienen hoy el dominio emocional que tuvo en su momento María Corina. Lucharán contra la corriente abstencionista, que será dura y difícil y muy marcadora en las próximas elecciones. No la tendrán nada fácil. Pero tienen algo que puede resultar decisivo en el mediano plazo: una narrativa coherente con el deseo mayoritario de los venezolanos. Y eso es, sin duda, una oportunidad futura, para ellos y sobre todo para otros liderazgos que representen opciones frescas y que privilegien la racionalidad a las pasiones.