“Sanciones de EEUU están fabricando migrantes”: Antonio Ecarri reta a Jorge Rodríguez y a Capriles a un debate nacional en la campaña a la AN

Antonio Ecarri Angola, líder de la Alianza del Lápiz, en la biblioteca de Fundación Casa Arturo Uslar Pietri. Fotografía: Guacamaya.

Guacamaya, 20 de abril de 2025. Antonio Ecarri es el líder de la Alianza del Lápiz, un partido de oposición independiente. Fue candidato presidencial en las elecciones del 28 de julio, fuera de la plataforma que apoyó a Edmundo González. En medio del conflicto sobre los resultados, Ecarri interpuso un recurso cuestionando la actuación del Consejo Nacional Electoral.

Ahora se acercan las elecciones regionales y legislativas del 25 de mayo, y Ecarri había amagado con presentarse a la gobernación de Aragua. Finalmente no se presentará, aunque el Lápiz sí tiene candidato en el estado, así como en Miranda, Carabobo, Táchira, Falcón, Yaracuy y Sucre. También apoyan a los gobernadores de la oposición en ejercicio, y otras candidaturas en otras regiones.

Le preguntamos sobre elecciones, las del 28 de julio de 2024 y del 25 mayo de 2025, en especial qué pasó con Aragua. También por qué se postulan como fuerza independiente, fuera de la principal alianza opositora.

Pregunta: Vamos empezar con el 28 de julio. Se presentó a las elecciones presidenciales y después interpuso un recursos en el Tribunal Supremo contra el Consejo Nacional Electoral. ¿Qué pretendía?

Respuesta: Sí, acudí al TSJ. No firmé ningún reconocimiento sino un acta de notificación de inicio de proceso. Cuando ejercí los recursos judiciales, dejé mi testimonio por escrito. No lo hice por ambición o demagogia; lo hice por justicia. No eran mis votos, pero tenía la firme convicción de defender principios democráticos. Fui el primero en presentar objeciones al desempeño de la Sala Electoral. Era el mundo al revés: quien debía impugnar los resultados no lo hizo, y quien no estaba obligado a hacerlo, lo hizo. Lo que siguió fue un desmadre judicial inexplicable.

En consecuencia, actué. Lo hice de frente y dando la cara. Está ahí, por escrito. También recurrí a la Sala Constitucional, ejerciendo un recurso contra las decisiones de la otra Sala y del propio CNE. No fui escuchado.

Esa posición molestó al Fiscal General de la República, con quien sostuve una discusión muy ácida, que por poco termina en golpes. Te confieso que, al salir de allí, me sentí solo. Poco después descubrí que Edmundo González también le había escrito al mismo fiscal, y que luego, en un ataque de pánico, terminó reconociendo los resultados y saliendo del país rumbo a España. Quedé atónito.

Quienes quisieron ocultar esta historia lanzaron una campaña de descrédito en mi contra a través de redes sociales, para poder vender en el extranjero la imagen de un héroe prefabricado. Venezuela necesita una cura de verdades. El país sigue en estado de shock. El 28 de julio, en lugar de resolver la crisis democrática, la revivió y la agravó.

P: Ahora, el Lápiz se prepara para las elecciones del 25 de mayo. Y al parecer irán solos. Presentarán cuatro candidatos a las gobernaciones, y usted encabezará la lista por la Asamblea Nacional. Sin embargo, se había comentado que trataría de ser el próximo gobernador de Aragua, con ambiciones de lanzar una campaña internacional para reformar la imagen del estado. Ya lo habíamos comentado en Guacamaya. ¿Por qué no se lanza?

R: Los alcaldes de Aragua me propusieron encabezar una campaña regional, nacional e internacional para limpiar la imagen de los aragüeños. Desde hace varios años, la crisis y el colapso del Estado de bienestar venezolano generaron una profunda ola de violencia. Aragua, que fue una de las zonas industriales más pujantes del país, con una clase trabajadora sólida y solvente, pasó a convertirse en el cinturón de óxido de la región central. Ese declive trajo consigo desempleo y una crisis social sin precedentes, que dio paso al surgimiento de temibles bandas criminales.

Aragua se convirtió en lo que fue Antioquia, en particular Medellín, durante los años 80 en Colombia. Sin embargo, El Tren de Aragua, más que una banda organizada, se ha diluido en una franquicia informal, apropiada por cuanto delincuente anda por el mundo. La realidad es muy distinta a la narrativa que se ha impuesto. No creo que los sistemas de inteligencia y seguridad de Estados Unidos lo ignoren.

Los miembros de bandas son una penosa minoría. La gran mayoría de los aragüeños es gente trabajadora, emprendedora, profundamente educada y honesta. La crisis social obligó a muchas madres aragüeñas a despedirse de sus hijos y nietos. Hoy, además de tristeza, sienten pánico: el pasaporte de sus hijos no solo indica que son venezolanos, sino que nacieron en Aragua, y si por mala suerte llevan un tatuaje, son de inmediato catalogados como parte de una organización terrorista internacional.

Esa propuesta de campaña la acepté con responsabilidad y convicción. Ahora bien, ser gobernador es otra cosa. Requería de un gran consenso nacional que no fue posible construir. Fuimos saboteados desde distintos frentes, y no solamente desde el oficialismo.

P: La semana pasada, mientras los partidos postulaban sus listas, la Contraloría inhabilitó a su padre, Antonio Ecarri Bolívar, sin explicaciones claras. ¿Qué pasó ahí?

R: Bueno, eso formó parte de la componenda para sabotear mi candidatura. Por eso consideré que no existían las condiciones adecuadas. En consecuencia, decidí proponerle a un joven de Aragua —protagonista y, al mismo tiempo, víctima de esa campaña de estigmatización— que asumiera la candidatura. Se trata de alguien nacido en los propios barrios más excluidos de la región, con pleno conocimiento de la realidad que se vive allí. Yo estaré a su lado.

Gonzalo Díaz será el protagonista. Creo firmemente que Dios sabe lo que hace, y ahora la campaña cuenta con un componente que nadie esperaba: una figura fresca, independiente, sin ataduras con el pasado, que conoce a fondo su entorno y que tiene la capacidad de generar un verdadero fenómeno electoral en el centro del país. Todo ello, sin recurrir a venganzas ni sembrar temores.

P: ¿Por qué inhabilitan a tu padre, Antonio Ecarri Bolívar? Existe una nueva acusación por su rol como embajador del gobierno interino de Juan Guaidó. Pero hay otros políticos que formaron parte del gobierno interino que sí se presentan. En la lista conjunta de Un Nuevo Tiempo y Única—el partido de Henrique Capriles—hay varios. ¿Y por qué justo ahora?

Es un hecho inexplicable. Aún más preocupante es que algunos de quienes hoy lo atacan, en su momento votaron por su designación. Hay sectores que claramente buscan sacarnos del juego. Somos incómodos para muchos: desde quienes pretenden revivir el interinato o claman por una intervención militar, hasta seguidores del gobierno, disfrazados torpemente de oposición, que también intentan neutralizarnos.

El centro político se está construyendo en Venezuela con nuevos actores y una nueva fuerza. Eso, inevitablemente, tiene un costo. Nos atacan desde todos los frentes, precisamente porque representamos algo distinto.

Sería un reto interesante tener un debate con él y con los otros actores nacionales, cabezas de lista, cara a cara. La democracia comienza con la propia campaña y los debates son fundamentales.

Antonio Ecarri también fue candidato por la alcaldía del municipio Libertador, que abarca la capital de Venezuela. Quedó segundo, pero dobló a su contrincante de la oposición tradicional. Junto con el estado de Aragua, el Lápiz se ha hecho fuerte en el Oeste de Caracas. Fotografía: Guacamaya.

P: ¿Por qué este partido va solo, y no se suma a otras iniciativas? Se espera una participación muy baja en las elecciones del 25 de mayo, entonces pensaría que lo más sensato es hacer frente común en la oposición.

R: El Lápiz nació como un movimiento verdaderamente independiente. Logramos resultados muy significativos en las elecciones de 2021, especialmente en los barrios populares de Caracas y Aragua. Desde su origen, El Lápiz se planteó como una alternativa para despolarizar al país, no para profundizar el conflicto.

No somos una “tercera vía”. Somos una opción firme centrada en el rescate de la dignidad del pueblo venezolano, en el reconocimiento del otro y en la construcción de una salida pactada, sin revancha. Estamos profundamente orgullosos del estreno nacional que representamos. Es cierto que la polarización nos devoró en votos, pero, según todas las encuestas, después del fenómeno electoral de María Corina Machado, la segunda opción nacional éramos nosotros. Fue un primer gran paso.
Advertimos en todo momento lo que sucedería. El problema es que la solución a la crisis venezolana no puede ser “con cualquiera”. La salida debe pasar por la pluralidad y la despolarización. El gobierno, con sus torpezas y pésimos manejos, intentó polarizar con ese sector y el cálculo le salió muy mal. Por eso insisto: lejos de resolver la crisis, la agudizó.

El Lápiz no se suma por sumarse. Los viejos métodos de unidad ficticia, impuesta “a los trancazos”, no han funcionado ni funcionarán. En esos viejos actores no hay solidez, ni claridad en el diagnóstico de esta profunda enfermedad que es la debacle del Estado rentista petrolero. Tampoco hay un verdadero conocimiento del pueblo venezolano.

Por eso vamos como independientes frente a los polos del conflicto y sus lamentables extensiones. Sin embargo, somos gente de sentido común. Reconocemos realidades regionales que merecen y requieren nuestro apoyo. Por eso apoyamos la reelección de los actuales gobernadores opositores en ejercicio. También contamos con el respaldo de partidos de otras alianzas en Táchira, donde impulsamos a nuestra candidata María Teresa Cantor.

Eric Ondarroa, nuestro secretario general, logró en apenas semanas un crecimiento fenomenal en las encuestas en el estado Miranda, desplazando a la política tradicional. Creo firmemente que su fortaleza y entereza serán ejemplo del cambio que ya se respira en el país. Capriles comete un error al no apoyarlo, aferrado a una época que ya pasó.

Jorge Ignacio Barragán enfrentará a Nicolás Maduro Guerra en la capital de la República. Será una campaña que generará gran interés, tanto a nivel nacional como internacional. Jorge es un líder joven que tendrá el desafío de enfrentar al joven hijo del poder en la propia sede del poder, pero cuenta con el respaldo de líderes populares y comunitarios valientes y comprometidos.

Mayerling Occhino, actual concejal de Caracas y gran conocedora de la Caracas profunda, será la contrincante de Cilia Flores de Maduro en la lista nacional de diputados. Esto se pondrá interesante. El oficialismo está acostumbrado a lidiar con la vieja oposición, pero no con fuerzas independientes ni, mucho menos, con jóvenes que no arrastran las culpas ni compromisos del viejo conflicto nacional.

A mí me tocará con Jorge Rodríguez. Sería un reto interesante tener un debate con él y con los otros actores nacionales, cabezas de lista, cara a cara. La democracia comienza con la propia campaña y los debates son fundamentales. En ese debate deberían participar los otros actores que encabezan listas: Henrique Capriles y Bernabé Gutiérrez.

P: ¿Sí hay conversaciones con otros partidos todavía?

R: Siempre tendrá que haberlas. Sin embargo, creo que mantener la pluralidad baja las tensiones y hace que distintas fuerzas nos hagamos presente en el tablero venezolano para poder destrabar este penoso y desgastado juego. Este país es muy plural, pero la repolarización fue un accidente dentro de un proceso evolutivo que marcará los próximos años. Hoy estamos frente a un nuevo venezolano que requiere de nuevos rostros, nuevas ideas y abra el paso a la nueva época.

Desmovilizar a los venezolanos a costa de “esperar” una invasión extraterrestre, es la evidencia que la vieja oposición carece de estrategia y de tácticas para generar una cambio de verdad.

P: Hay mucha gente que no va a votar en estas elecciones. La participación puede llegar a estar en el 25%. Pero tu partido se presenta. ¿Para qué sirve votar esta vez? ¿Cuál es tu proyecto?

R: Sabemos que estamos sembrando en tierra dura, pero la semilla va a germinar. Tenemos la firme convicción de que un nuevo proyecto político, nacido de los sectores más populares y excluidos del centro del país, puede refrescar y transformar el escenario nacional. Contamos, además, con un proyecto muy claro de país, centrado en la educación como eje fundamental del desarrollo. Rescatar a Venezuela de la catástrofe vivida y padecida, en medio de los desafíos del siglo XXI, exige plantearnos un nuevo concepto de Estado: un Estado despresidencializado. Tenemos un problema serio de diseño. El presidente de la República es una institución anacrónica que concentra todo el poder desde 1931, eso es inaceptable. En Venezuela no se trata de cambiar nombres, hay que rediseñar el Estado para un auténtico sistema democrático, con profundas reformas que garanticen no solo los derechos más elementales de los venezolanos, sino también los nuevos derechos digitales, que nos permitan competir en un mundo cada vez más complejo.

Proponemos un Estado capaz de corregir las fallas del mercado, pero también abierto a la inversión privada nacional y extranjera, que en el pasado nos generó grandes dividendos. Reducir la carga fiscal, desburocratizar el aparato estatal, combatir la corrupción y aprovechar nuestros recursos energéticos —especialmente los minerales— mediante alianzas con capital privado, puede relanzar la economía en un tiempo relativamente breve.

Sin embargo, para lograrlo, debemos superar las trabas mentales anacrónicas que aún persisten en Miraflores. Sin entregar nuestra soberanía ni someternos ante nadie, Venezuela puede convertirse en una referencia energética y de talento humano de primer orden para el mundo, en lugar de seguir siendo esta carga social descompuesta que ya le pesa a buena parte de la humanidad.

Por otra parte, combatimos la abstención. Eso es un error colosal. Desmovilizar a los venezolanos a costa de “esperar” una invasión extraterrestre, es la evidencia que la vieja oposición carece de estrategia y de tácticas para generar una cambio de verdad.

“El ministro Cabello nos observa con atención, y por eso nos ataca. No somos la oposición ideal que siempre buscan.”

P: En la elección presidencial del 28 de julio también fuiste solo. En ese momento las encuestas apuntaban casi todo el voto opositor iba para Edmundo González. ¿Por qué te presentaste?

R: Para destrabar el juego político, fuimos mucho más allá de la moda electoral. Teníamos absoluta claridad sobre lo que ocurriría y lo advertimos al país en múltiples ocasiones. Era difícil ganar; más difícil aún, que te reconocieran; todavía más complicado, que te proclamaran; y mucho más improbable, que Nicolás Maduro te colocara la banda presidencial. Pero lo más complejo de todo sería gobernar después de esta catástrofe económica y social.

La candidatura del señor González fue una aventura devenida por el antiguo conflicto que se buscaba resucitar y de pases de facturas dentro de la vieja oposición, una total improvisación, y promoverla fue una profunda irresponsabilidad. Ahora, creemos que nuestro mensaje es un llamado a la conciencia nacional. Es una semilla que hemos dejado sembrada.

Las mayorías, antes de serlo, nacen como minorías con profundas convicciones históricas, conscientes del tiempo que les toca vivir. Nosotros no somos un movimiento circunstancial. Nacimos para hacer historia.

P: En su programa Con El Mazo Dando, el ministro de interior Diosdado Cabello dijo que el Lápiz sería el “caballo de Troya” de María Corina Machado. ¿A qué viene esto?

R: El PSUV tiene claro que somos un movimiento en crecimiento, con credibilidad y arraigo social. Mucha gente que apoyó a María Corina observa con simpatía y atención nuestras propuestas. Eso inquieta. Y preocupa aún más cuando simpatizantes del chavismo, hoy decepcionados, comienzan a acercarse e incorporarse a nuestras filas.

El ministro Cabello nos observa con atención, y por eso nos ataca. No somos la oposición ideal que siempre buscan.

Antonio Ecarri en un acto de la campaña presidencial para la elección del 28 de julio de 2024. Fotografía: Elías Ferrer.

P: Parece que enfrentamos mayores sanciones de parte de los Estados Unidos, junto con aranceles secundarios. ¿Qué estará pensando el presidente Donald Trump? ¿Qué podemos esperar si vuelve la máxima presión?

R: Francamente, me cuesta entender la lógica de ciertos sectores de la administración Trump. Por un lado, rechazan la migración y persiguen a los migrantes; pero, por otro, impulsan una política de sanciones que asfixia económicamente a países como Venezuela, creando precisamente las condiciones que empujan a millones a abandonar su tierra. Las sanciones, en la práctica, se han convertido en fábricas de migrantes.

Históricamente, la inversión norteamericana ha sido un motor clave para el desarrollo democrático en América Latina. Sin inversión, sin generación de oportunidades y en medio de la pobreza estructural, es imposible sostener un sistema democrático estable. El discurso de la “máxima presión” ha demostrado ser no solo ineficaz, sino contraproducente: no conducirá a una transición democrática, sino que terminará fortaleciendo las tendencias más autoritarias y absolutistas dentro del poder.

La democracia en Venezuela no surgió del conflicto ni de la imposición externa. Nació y se consolidó en el siglo XX de la mano del desarrollo petrolero, la inversión internacional y la bonanza económica que transformó al país. En pocos años, luego de más de 100 años de guerras civiles y dictaduras, la prosperidad permitió la construcción de una de las democracias más sólidas del continente. Pero equivocamos el camino: cuando llegó la estatización excesiva, y con ella el colapso del Estado de bienestar, también colapsó nuestra democracia.

Hoy tenemos una nueva oportunidad. La apertura a la inversión privada nacional e internacional —especialmente estadounidense— puede representar el primer aliento real para reconstruir las condiciones de un nuevo sistema democrático, sólido e inclusivo.

La inversión de Estados Unidos en Venezuela no solo es estratégica; es la salida real a la crisis. Las sanciones, en cambio, solo profundizan la ruina y, con ella, el caldo de cultivo perfecto para la expansión de redes delictivas y migración forzada. Es hora de repensar la política hacia Venezuela desde el sentido común, el interés estratégico y la ética democrática.

P: ¿Cómo se logra un cambio político en Venezuela?

R: La salida a la crisis venezolana pasa por un pacto de concertación política y económica. Esto implica el levantamiento progresivo de las sanciones, acompañado de un acuerdo firme de transparencia en el manejo de los recursos públicos. Se requiere despolarizar el escenario político con la incorporación de nuevos actores, capaces de dialogar con firmeza, desde el respeto mutuo y con un claro compromiso con la soberanía nacional.

El otorgamiento de nuevas licencias económicas, bajo normas estrictas de gobierno abierto y con la creación de fondos especiales destinados a inversión social y a la recuperación de servicios básicos, podría tener un valor incalculable para la estabilización del país.

Esto debe ir acompañado de respeto, tolerancia y pluralidad. Todo debe venir integrado: no hay reconstrucción posible si no es colectiva. Todos nos necesitamos. Venezuela no puede pasar la página sin antes leerla y aprender la lección. Pero debemos avanzar. Con memoria, pero con propósito.

Soy, confieso, un optimista incurable. Y tengo la convicción de que el presidente Trump tiene la inteligencia estratégica para comprender la validez de esta tesis y el momento histórico que representa.
La esperanza, como decía el Papa Juan Pablo II, no es la convicción de que algo saldrá bien, sino la certeza de que algo tiene sentido, pase lo que pase.

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